miércoles, 19 de julio de 2017

San Andrés de Teixido, dónde la belleza se conjuga con la leyenda.

Lugar mágico, en la provincia de La Coruña, que el tiempo y las habladurías mantienen con un halo de misterio.


San Andrés de Teixido es un núcleo rural de la parroquia de Régoa, perteneciente al municipio de Cedeira, de cuya capital dista 12 kilómetros, en el norte de la provincia de La Coruña. Situado a una altitud de 140 metros, su censo población que apenas supera los cincuenta habitantes.
Conocido también como San Andrés de lonxe o San Andrés do cabo do mundo, es un marco de incomparable belleza, al que se le atribuye el ser “la puerta del más allá de los celtas”, ubicado en el único punto en donde las laderas de las montañas del entorno son más suaves. Todo a su alrededor es agreste, por un lado la escarpada sierra de la Capelada y por otra agrestes acantilados gigantescos de Vixia Herbeira, que gozan de la declaración de LIC –lugar de importancia comunitaria- que pasan por ser los más altos de la Europa central y del sur, con una altura máxima de 613 metros sobre el nivel del mar, superados tan sólo por alguna elevación de los fiordos noruegos.







Lugar mágico, es el segundo lugar de peregrinación de Galicia detrás de Santiago de Compostela, sumergido en un halo de misterio por sus leyendas y tradiciones,  que se remontan a la Edad Media, con su pequeña capilla como epicentro, santuario del apóstol San Andrés.
Lugar en el culto posiblemente viniese de siglos atrás, con los pueblos prerromanos, que rendían culto a divinidades locales y que pervivieron durante siglos.







Capilla documentada desde el siglo XII, primero propiedad de la Orden de Malta, bajo la protección de los condes de Trava; después de la Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, con base en Portomarín y posteriormente de la familia Andrade de San Sadurniño. Los escudos de la familia y de la Orden de San Juan, se conservan en su fábrica, junto con la leyenda SAN IVAN, caracteres medievales de San Juan.







El templo en sí, es de estilo gótico de tipología marinera. Las partes más antiguas se corresponden a la época de los Andrade, como el ábside –inicialmente abovedado- y la puerta lateral con su arco conopial isabelino, que fue principal del templo desde el siglo XV al XVIII.







Los beneficios del auge romero, motivaron conflictos y largos litigios por los diezmos entre la familia Andrade y el priorato de Portomarín, viéndose reflejados en sustanciales mejoras. Como el retablo relicario de estilo barroco italiano, que contiene un fragmento del hueso del santo fechado en 1624; la reedificación del presbiterio en 1665; la nave y la torre campanario en 1781 y la capilla mayor de 1785. obra de Miguel López de la Peña, según reza en su fábrica.






En la rehabilitación cursada en 1970, se descubrieron pinturas murales con la representación del martirio de San Andrés.







Las leyendas que explican la fama de este santuario como lugar de peregrinaje son muchas, dando origen al dicho que reza: “A San Andrés de Teixido, vais de morto o que non foi de vivo” – A San Andrés va de muerto, quien no fue de vivo.






La más extendida es la relacionada con un santo celoso de las peregrinaciones a Santiago de Compostela, que un día recibió la visita de Dios acompañado de San Pedro, comentándoles la queja, recibiendo la promesa que a partir de entonces acudirían en procesión todos los mortales, y quien no lo hiciese en vida, tendría que hacerlo muerto a través de su espíritu.







Otra la relaciona con un naufragio violento de la barca de San Andrés, en los cercanos acantilados, que quedó convertida en peñascos con forma de barca invertida, conocidos como “A barca de San Andrés”, a raíz de lo cual Dios le compenso prometiéndole que sería visitado y venerado por todos los mortales.





Difícil es datar las fechas de comienzo de las peregrinaciones. Se dice que ya existían en la Edad del Hierro, durante la cultura castreña, estando documentado el primer registro de las mismas en el año 1391, en el testamento de una vecina de Vivero, en la provincia de Lugo.







Peregrinación que cuenta con todo un ritual, y quien no lo haga voluntariamente en vida, tendrá que hacerlo por imposición una vez muerto.
La leyenda indica que las almas que no fueron en vida se reencarnan en animales ponzoñosos, como lagartos, sabandijas o culebras, y hacen el camino arrastrándose. O en cambio, el espíritu convencer a un vivo para que lo haga y le acompañe, en cuyo caso este tendrá que ir a buscarlo a la tumba e invitar al ánima del finado a hacer el viaje con él.






Para los que quieran hacerlo en vida, hay unas reglas, que convierte la peregrinación en romería. Se hace en grupo, con alegría y con música, y deben de llevar consigo una piedra, que deben de depositar en uno de los muchos amilladoiros –montones de piedras coronados con una cruz- que hay en el camino, lo que deja constancia de que se ha realizado el camino.







Una vez en el santuario, hay que entrar y dejar la ofrenda –sí se ha traído-, limosna o encender velas, así como besar una pequeña imagen del santo, que dará la bendición.










Aquellos que deseen peticiones, deben de adquirir los “sanandresiños”, conjunto de siete símbolos equivalentes de otras tantas peticiones con los que los tengan consigo nunca estarán desamparados. Están realizados de pan cocido sin levadura, endurecidas al horno y pintados de vivos colores rojo, amarillo y azul, cuyas figuras son:
1.- La Flor de Pensamiento, que nos acompaña en el amor.
2.- La Mano, pide por el buen hacer en los estudios.
3.- La Sardina, para que nunca falte el alimento.
4.- La Barca, para que los viajes lleguen a buen fin.
5.- La Escalera, para mejorar en el trabajo y en los negocios.
6.- El San Andrés, por la buena salud y la amistad.
7.- La Corona de San Andrés, y 
7.- La Paloma, por la paz.









Si la gracia que se va buscando es algo relacionado con el amor, la ofrenda se debe de completar con la “herba namoradeira”, claveles marinos abundantes en el entorno.
Después del ritual hay que acudir a la “Fuente de los tres caños”, que dicen nada debajo del mismo altar mayor de la iglesia, y cuyo caudal es el mismo en verano que en invierno. Se pide un deseo, se bebe el agua y se tira una miga de pan, y solo si flota la súplica se atendía.
Finalmente, para el camino de regreso, es volver con el ramo de San Andrés, compuesto por una vara de avellano con ramas de tejo atadas al mismo.







Gran belleza natural, entorno inigualable, difícil accesibilidad, historia, tradiciones y leyendas, han convertido a un diminuto núcleo rural en el segundo lugar de peregrinaje y todo un referente turístico en la comunidad de Galicia








MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.




A San Andrés vai de morto quen no foi de vivo (va de muerto quien no va de vivo). Dicho gallego.


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