Ciudad noble y señorial, fue declarada
conjunto artístico-monumental en 1966.
Jerez de los Caballeros, ubicada en el
suroccidente de la provincia de Badajoz, es el municipio cabecera de la comarca
de la Sierra Suroeste, su extensión es de 740,50 kilómetros cuadrados y su
población de 9.623 habitantes –censo de 2014- lo que lo sitúa como el décimo de
la provincia.
El dolmen de Toriñuelo da fe de estar
habitada desde la prehistoria y monumentos, iglesias, conventos y otros elementos muestran el paso por estas
tierras de todas las civilizaciones que hubo pasaron por la península ibérica,
constituyendo un punto de encuentro de culturas, un enclave de historias. A los
fenicios les debe su nombre; de la época romana pervive una villa con un
mosaico; el templo de Santa María de la Encarnación fue levantada por los
visigodos; la primera muralla y la Alcazaba son las huellas dejadas por los
árabes, convirtiéndose en el siglo XIII con la toma de la villa por la Orden
del Temple –a las órdenes del rey Alfonso IX- en referencia provincial,
haciendo de ella la capital del Bayliato de Xerez, época de la que datan gran
parte de su riqueza monumental, pasando en 1370 a formar parte de la
jurisdicción de la Orden de Santiago, gozando de título de ciudad desde 1525
por concesión de Carlos I.
Asentada sobre una prominencia del
terreno con una altura media de 500 metros sobre el nivel del mar, domina la
amplia y extensa vega del río Ardila, afluente del Guadiana, de peculiar
configuración urbanística, de calles empedradas, tortuosas y laberínticas, con
casas y edificios encaladas, guarda joyas artísticas de diferentes siglos y
estilos arquitectónicos, construcciones militares, civiles y religiosas que
conforman un magnífico conjunto, que le valió el reconocimiento y la declaración de conjunto artístico-monumental en 1966.
En su zona alta se encuentra uno de sus
grandes atractivos y el mayor ejemplo de la arquitectura militar, la fortaleza templaría,
que protegía la ciudad. Enclave defensivo construida por los caballeros de la
Orden del Temple en el siglo XIII sobre la primitiva alcazaba árabe, de la que
aún quedan restos visibles en su interior, con posteriores modificaciones de la
Orden de Santiago, está organizada en torno a un gran patio central rodeada de
torreones defensivos unidos por murallas y representa el legado templario a la
ciudad.
Murallas que abarcan un perímetro de
1700 metros, construidas en mampostería, piedras pequeñas y mampostería,
disponía originalmente de seis puertas de acceso, de las que se conservan
solamente las conocidas como de la Villa y de Burgos.
Cuenta con cinco torreones defensivos –
de Armas, del Carbón, del Reloj, de la Veleta y del Homenaje-, siendo esta
última la más importante y que aglutina mayor historia y dónde perdieron la
vida los últimos caballeros templarios jerezanos, siendo por ello también
conocida como “sangrienta”.
El interior de la fortaleza acoge en la
actualidad el edificio consistorial y dependencias municipales desde 1992,
estando el primitivo en la céntrica plaza España.
Su privilegiada situación dominando toda
la ciudad, permite disfrutar de una amplia panorámica de la ciudad, en la que
destacan esbeltas las torres de sus iglesias de San
Bartolomé, San Miguel, Santa Catalina y Santa María, referencias visuales de la misma.
Teniendo a sus pies en el extremo sur,
el templo de Santa María de la Encarnación y la torre de Santa María, el más
antiguo de la ciudad.
Reconstruido en el siglo XV, con
posteriores ampliaciones en el XVI, sobre otro visigodo consagrado en el año
556, considerado uno de los templos católicos más antiguos de España. Edificio
de planta rectangular con tres naves, con planta en forma de cruz latina, que
sufrió un incendio en 1965, que entre otros desperfectos destruyó el retablo
barroco del altar mayor de la Virgen de la Encarnación. Su torre, levantada a
sus pies en estilo neoclásico, cuadrangular de cuatro cuerpos y aspecto
robusto, quedó sin terminar al llegar al arquitrabe del primer cuerpo.
En el barrio Bajo, se ubica la iglesia
de Santa Catalina, edificación de estilo gótico del siglo XV construido sobre
otro de origen medieval y ampliado en el XVI. Su fachada es de estilo barroco,
se complementa con la esbelta torre de
aires clasicistas del siglo XVIII, tiene forma de planta rectangular con nave
cubierta de bóveda de crucería, destacando en su interior el retablo mayor de
Santa Catalina Mártir, barroco construido en madera policromada.
En el centro de la ciudad, presidiendo
la plaza España, se encuentra la iglesia de San Miguel Arcángel, construida en
los siglos XIV y XV, todo un compendio de diferentes estilos. Construida a raíz
del establecimiento de la Orden de Santiago en estilo gótico, sus tres esbeltas
naves le dan un aire catedralicio, contando con importantes añadidos y
modificaciones posteriores del siglo XVIII, época de la que datan el crucero,
cúpula, presbiterio, capilla mayor y la portada del Perdón, contando con tres
puertas de acceso diferentes, datadas en diferentes períodos y estilos, una
gótica, otra plateresca y otra renacentista.
A píe de esta última destaca la esbelta
torre barroca, construida con sillares de granito, ladrillo, barro cocido y
cerámica, de rica decoración levantada en el siglo XVIII.
En el lateral de la iglesia destaca el
azulejo conmemorativo del LXXV aniversario de la proclamación en 1926 por el
Papa Pio XI de Nuestra Señora de Aguasantas como patrona de la ciudad, cuya
imagen se ubica en su interior.
A escasos metros de San Miguel, en la
calle Tetuán, se encuentra la antigua ermita del Cristo de la Vera Cruz del
siglo XVII, auxiliar de la primera, vendida por la iglesia en 1941 y
reconvertida en la actualidad en un establecimiento hostelero.
Otra referencia del amplío patrimonio
religioso jerezano es la iglesia de San Bartolomé, dedicada al patrón de la
ciudad, ubicada en el barrio de mismo nombre. Construida sobre la ermita
visigoda de San Bartolomé de la Jara a mediados del siglo XV en estilo gótico,
fue ampliada en los siglos XVI y XVII quedando el estilo barroco bien definido
en su estructura. De fachada de marcado
estilo sevillista, se accede a su interior por la portada de corte neoclásico a
través de una escalera de dos brazos de inspiración barroca, teniendo adosada
la esbelta torre levantada en 1759 sobre la anterior venida abajo durante el
terremoto de Lisboa de 1755.
En su interior de tres naves, destaca el
retablo mayor dedicado al martirio de San Bartolomé, el órgano barroco situado
en el coro y la interesante colección de piezas de orfebrería.
Teniendo
especial relevancia la capilla de los Comendadores que aloja el sepulcro de
construido en 1535 de Vasco Núñez de Balboa y su esposa Beatriz Bravo, el
ilustre hijo de la ciudad descubridor del Océano Pacífico, y cuya casa natal en
la calle la Oliva, alberga en la actualidad el Museo dedicado al mismo.
El calado
religioso jerezano se complementa con un buen número de conventos y más de una
docena de ermitas, al que añadir el museo de Arte Sacro, que alberga buena
parte de la gran riqueza custodiada durante siglos en los diferentes templos, y
que se ubica en el palacio de la Vicaría, antigua residencia del Vicario
general de la Orden de Santiago. Palacio que forma parte del rico patrimonio
civil, arquitectura favorecida por el asentamiento de familias nobles en el
siglo XIV que edificaron palacios y casas solariegas y por la pujanza económica
de la comarca en los siglos XV y XVI que motivo la construcción de edificaciones
públicas y administrativas; constituyendo los palacios del marqués de Rianzuela, el del bachiller
Juan Martínez de Logroño, el de las Cigüeñas, el de la casa del Sol, el de
Guzmán o el de los marqueses de San Fernando, claro ejemplo de este rico
patrimonio.
Calado que se manifiesta
en toda su plenitud en la celebración de la Semana Santa, declarada de interés
turístico regional en 1987, por la belleza y singularidad de las imágenes que
procesionan –un total de 15 pasos- como por el entorno y calles por las que
transcurren. Auténtico reclamo turístico de una ciudad que cuenta en la
actualidad con ocho Cofradías y Hermandades: Santo Domingo de Guzmán, Vera
Cruz, Jesús orando en el huerto, Ecce Homo, Santísimo Sacramento, Coronado de
Espinas, Jesús del Gran Amor y Jesús Nazareno, siendo la de Santo Domingo de
Guzmán la más antigua datada en 1513.
Paso de la "Última cena" de la Cofradía de Jesús Nazareno, con sede en la iglesia de San Bartolomé.
Delante de la
puerta plateresca de la iglesia parroquial de San Miguel, en la plaza España,
se encuentra la “Escultura homenaje a la Semana Santa”, obra del escultor Juan
Encina en marzo de 2007, en la que un costalero descansa sentado en un banco,
con la que la ciudad quiso rendir a uno homenaje a una de sus referencias
exteriores.
Sin duda la otra
gran referencia jerezana exteriormente es la celebración de su “Salón del jamón
ibérico”. Creado en 1989 como punto específico de encuentro entre los
elaboradores y los productores, constituye una muestra monográfica dónde el
único protagonista es el jamón de bellota, el gran producto estrella
gastronómico regional y nacional. Salón que se celebra cada segunda semana de
mayo en un recinto ferial de más de 45.000 metros cuadrados, unificando todo el
potencial industrial y comercial de una comarca que reúne los microclimas
propios ideales para la cura de los productos derivados del cerdo en general y
del jamón en particular.
Historia;
patrimonio civil, militar y religioso; espiritualidad; naturaleza y
gastronomía, forman los cuatro pilares que convierten a Jerez de los Caballeros
en uno de los destinos turísticos más importantes de Extremadura y del interior
de España, atractivos alicientes merecedores de una pausada visita.
MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA.
Pinchar en enlace.
Burguillos del Cerro, Badajoz.
Burgilllos del Cerro (Badajoz). Casa del Corregidor y cárcel Real,
Burgillos del Cerro (Badajoz). Centro de Interpretación del Temple,
Cáceres. Exposición de Auguste Rodin.
Burgilllos del Cerro (Badajoz). Casa del Corregidor y cárcel Real,
Burgillos del Cerro (Badajoz). Centro de Interpretación del Temple,
Cáceres. Exposición de Auguste Rodin.
“Un
viajero sin capacidad de observación es como un pájaro sin alas”. Moslih Eddin Saadi
(1210-91) poeta persa
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