martes, 30 de agosto de 2011

Paseando por Vitoria - Gasteiz.

Este es un paseo por parte de la historia y de los monumentos de la que será en el año 2012 la “Capital verde europea”.

Durante los siglos XI y XII el territorio alavés fue una zona de paso y de fricción entre Castilla y Navarra. Los reyes empezaron a fundar villas y las tierras que pertenecían a los señores pasaron a ser de jurisdicción realenga. Gasteiz, una de las muchas aldeas de la Llanada alavesa, ocupaba un lugar estratégico para ser convertida en fortaleza y así asegurar el control de la Llanada. Con este fin, el rey de Navarra, Sancho VI el Sabio, ocupó Gasteiz y fundó Vitoria en 1181, cumpliendo una función militar durante los primeros años de su fundación. En 1200 el rey de Castilla, Alfonso VIII, invadió tierras alavesas. Vitoria pasó a pertenecer a la corona castellana, exceptuando un breve período entre 1368 y 1373, en el que la ciudad volvió a la dependencia de Navarra con Pedro I.
Enclavada en un cruce de caminos, ha sido a lo largo de la historia un importante punto estratégico tanto en el plano militar como en el comercial y el cultural. Ya desde tiempos romanos, en los que la calzada que unía Astorga y Burdeos pasaba por Álava, estas tierras no han dejado de ser un eje de comunicaciones entre la meseta central y Europa. Es una ciudad con una intensa historia que se manifiesta en un valioso patrimonio monumental. Ostenta los títulos de "muy noble y muy leal", siendo la capital de la comunidad autónoma del País Vasco y sede de su parlamento y gobierno.
Vitoria fue sucesivamente gótica, renacentista, barroca, neoclásica y romántica. La planificación ha sido una constante en su devenir histórico, desde su primer ensanche medieval, a comienzos del siglo XIII, hasta sus modernos barrios y parques periféricos.
Su casco viejo mantiene íntegro el trazado gótico y sus calles elípticas y estrechas, con empinados cantones y antiguos y recobrados palacios, formando una curiosa forma de almendra. Los nombres de sus calles conservan los de las actividades gremiales de aquella época: Cuchillería, Zapatería, Herrería o Tintorería.



Placa en el casco antiguo dónde se observa la forma de almendra del mismo.



Valga esta pequeña introducción como preámbulo de lo que han sido unos días de vacaciones y fiestas en ella, en las que de la mano del vitoriano de pro Fernando Bastida -aunque con residencia en Oviedo desde hace muchos años- que conoce la misma y su historia como la palma de su mano, paseamos por sus calles, paseos y parques, disfrutando de una ciudad con un diseño único en el que uno se encuentra como en su propia casa.
Un buen epicentro de uno de los paseos puede ser la Plaza de la Virgen Blanca, que está situada en el centro neurálgico de la ciudad; allí confluyen algunas de las calles más típicas del casco antiguo y del ensanche, y está rodeada de casas antiguas con miradores acristalados. En su centro se yergue el monumento conmemorativo de la “Batalla de Vitoria” coronado con el gran ángel de la victoria, que rememora la expulsión de las tropas francesas en la guerra de la Independencia, con la victoria de las tropas del general Wellington y el general Álava, el 21 de junio de 1813.


La plaza de la  Virgen Blanca, a la izquierda la torre de San Miguel y la derecha la de San Vicente.


La plaza de España o Nueva -a la que se accede desde la plaza anterior- neoclásica y diseñada por Antonio de Olaguibel en 1781, tiene 7800 metros de superficie, cuadrada y cerrada sobre sí misma, recuerda al viajero a la de Salamanca y fue concebida para unir el casco antiguo con el nuevo ensanche. En ella está ubicado el Ayuntamiento de la ciudad.


La Plaza de España desde uno de sus accesos con la torre de San Miguel al fondo.


En la parte superior de la Virgen Blanca, se encuentra la Iglesia de San Miguel Arcángel, templo gótico-renacentista de los siglo XIV a XVI en cuyo pórtico posterior se encuentra en una hornacina una réplica de la imagen gótica de la Virgen Blanca, ya que la original se encuentra en el Museo de los Faroles de la Cofradía, según luego me comentó Carlos Ruiz de Ocenda que fue autor de la rehabilitación de la misma en la década de los ochenta después de sufrir el ataque de unos bárbaros, que la tiraron de la hornacina que preside la plaza de su nombre. A ella realizan ofrenda floral los vitorianos cada cinco de agosto.




La iglesia es de planta regular con tres naves desiguales de cuatro tramos. En su interior destaca el retablo de la capilla mayor, esculpido por Gregorio Fernández en 1632, siendo de interés el coro con el relieve de San Miguel en la clave del arco central y los escudos de las familias nobles vitorianas, que cubren el bajo coro. En la capilla de la Dolorosa se encuentran interesantes obras, como la escultura de la Virgen y las imágenes de San Joaquín y Santa Ana.
Al pie de la iglesia se encuentra la escultura de Celedón, el popular personaje que es el emblema de las fiestas de la ciudad. Desde ese punto saluda a la multitud después de bajar por el aire desde la torre de la iglesia a la plaza y subir andando la misma a este punto; de esta manera simbólica y con el chupinazo se inician las fiestas patronales de la ciudad.





A la derecha de la iglesia está la calle Los Arquillos, que con sus edificios escalonados y soportales salva el desnivel existente entre el casco antiguo y el ensanche, uniendo la plaza del Machete con la de España.


Pórtico de San Miguel con su hornacina, los Arquillos y la torre de San Vicente.


Adentrándonos en el casco antiguo, que se desarrolla en forma de almendra en torno a la colina fundacional vemos la iglesia de San Vicente Mártir, gótica del siglo XV, construida sobre una de las fortalezas de la ciudad, y ubicada encima de la popular plaza del Machete.


En la plaza del Machete, a la izquierda el palacio de Villa Suso y al fondo la torre de San Vicente.


A su lado está el Palacio de Villa Suso, con curiosa forma de construcción en U para adaptarlo a la muralla y a los desniveles. En la actualidad de propiedad municipal con diferentes usos y en él se han habilitado nuevos sitios de visita, según nos indica Fernando, siendo curiosos los huertos y jardines privados aprovechando la muralla que se observan desde su zona ajardinada.


Torre e iglesia de San Miguel desde los jardines de Villa Suso. 


Saliendo de los jardines del palacio de Villa Suso por una de sus puertas nos encontramos con el Palacio de Montehermoso. Del siglo XVI de estilo gótico-renacentista, tuvo varios usos a lo largo de su historia, e incluso José Bonaparte lo utilizó como su corte en su huída a Francia; fue también sede de la Diócesis hasta 1994 y en la actualidad es un centro cultural municipal. A su lado se encuentran los antiguos depósitos de agua de la ciudad, que forman parte del centro.




Continuando en dirección norte llama la atención una zona amurallada, de la que nos dice Fernando que antes no estaba así y que su estado actual es debido a una reforma realizada no hace mucho. Los últimos restos de la muralla medieval de Vitoria fueron descubiertos en 2001 en unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el subsuelo de la Catedral de Santa María con motivo de las obras para su rehabilitación, con lo que se complementaron los tramos que ya se conocían con anterioridad. Se trata de una obra realizada en el siglo XI y que, con sus 900 metros de perímetro, rodeaba completamente la antigua Vitoria. Igualmente, a partir de aquí ya es posible observar diferentes murales realizados en distintas fachadas de edificios que cubren prácticamente los mismos por algunos de sus lados.




Los siguientes pasos nos llevan al entorno de la Catedral, donde entramos a ver un edificio llamativo que actualmente alberga casas particulares y que en su momento fue un Seminario. En cuatro esquinas encontramos edificios de los más emblemáticos de la ciudad, como el Portalón, edificio del siglo XV, construido en madera y ladrillo, que define con señera precisión la distinción sobria del alavés. Quizá antaño fueran así las casas de la ciudad, pero parece ser que sólo esta se conserva con total pureza; actualmente alberga un restaurante.





Desde el Portalón se ve una bonita vista que te traslada al Medievo, a la izquierda tenemos la casa que alberga actualmente el Museo de Arqueología y enfrente la plaza de Burullerías, con la torre medieval de los Hurtado de Anda del siglo XII y la torre y parte de la Catedral.



Primer plano de la torre de los Hurtado de Anda a la derecha y parte de la Catedral.



Ya estamos ante uno de los emblemas de la ciudad y que en los últimos años ha hecho que este en boca de muchos historiadores, arqueólogos, científicos y escritores mundiales, siendo el mayor atractivo de la ciudad, la Catedral de Santa María, más conocida por la Catedral vieja. Actualmente está en período de restauración y ha sido estudiada por expertos de todo el mundo por sus curiosidades arquitectónicas, entre ellas, las deformaciones que ha sufrido debido a reformas y restauraciones anteriores. Las obras de restauración que se están realizando actualmente bajo el nombre de "Abierto por obras" que pueden ser visitadas y están teniendo un gran éxito. Nosotros la hemos visto y ha sido la mayor desilusión que he tenido en los días vividos en la ciudad, y no me he podido reprimir y no hacer una crónica de dicho proyecto en una entrada diferente a esta.




Se trata de un edificio gótico del siglo XIV con una torre del XVII. Bajo el pórtico se abren tres portadas decoradas con estatuas y relieves. En el interior, las capillas contienen imágenes góticas, flamencas y renacentistas italianas, pinturas de Rubens y Van Dyck. Su historia es en sí misma una síntesis de la historia de Vitoria. Edificada sobre el cementerio de la primitiva aldea de Gasteiz , la iglesia se derrumbó con el incendio de 1202, y Alfonso VIII de Castilla ordenó reconstruir la ciudad y levantar en el sitio de la anterior iglesia una nueva que había de servir dos propósitos bien distintos: salvar almas y guardar armas. Así nació la actual Catedral, todavía iglesia, como un templo-fortaleza que servía de entrada a la ciudad. El proyecto fue cambiando con los siglos, de tal forma que cada modificación se hizo sin tener en cuenta las anteriores, esto fue así en el siglo XV (cuando la iglesia se convirtió en colegiata), y finalmente en los años sesenta, cuando se decidió revertir las obras de fortalecimiento de los muros exteriores y ampliar los ventanales por motivos puramente estéticos, lo que acabó obligando a cerrar el templo.

Plaza Brullerias, con el Portalón y a la izquierda el Museo Arqueología.


Encima de la plaza de Burullerías, y actual entrada para visitar la Catedral, se encuentra la escultura que han dedicado a Ken Follet, en reconocimiento a lo que ha aportado en imagen para la misma, en la que se basó para escribir “Los pilares de la tierra”, con gran éxito mundial.





La Catedral da acceso ya a las calles del ensanche, que estaban limitadas por las casas fuertes de los nobles y señores feudales, como las calles Correría (de los Nanclares), la de Zapatería (de los Sotos) y Herrería (de los Abendaño). Fernando nos guió con maestría por las diferentes calles en un sube y baja en el que hemos podido ver el resto de las riquezas monumentales que tiene el casco antiguo.
En la calle Cuchillería vimos el palacio de Bendaña, de 1525, antigua casa torre de los Arrieta Maeztu y actual sede del Museo Fournier de naipes desde 1994, que fue una de las cosas que nos ha quedado por ver y bien que lo sentí.




En la misma calle, un poco más adelante, está la casa del Cordón; es una casa monumental o palacio, que debe su nombre al cordón de la orden franciscana que presenta el arco de una de las entradas gemelas de la casa. En ella estaba hospedado Adriano de Utrech, regente de España, cuando recibió la noticia de su elección como Papa. A su lado tienen la sede el grupo los Sustancieros, de los que hablo en la crónica de las fiestas de la Blanca 2011.





En la calle Herrería vemos la iglesia gótica de San Pedro Apóstol, bien conocida por Fernando, dónde fue bautizado, se comenzó en el siglo XIII al borde de la muralla oeste y su torre es barroca del XVII y XVIII. Destaca el pórtico viejo de arco ojival que se remata con interesantes tallas, tanto en el tímpano como en el resto. La planta es de cruz latina con tres naves cortas y un crucero de cinco tramos con arcos codales, que se extienden también por la nave central, conteniendo obras muy interesantes en su interior.





En la misma calle y un poco más adelante, a la izquierda, se encuentra el palacio de los Álava, construido en el siglo XVI de mampostería, las dos primeras plantas, y de ladrillo y de madera, la superior. La portada es de arco de medio punto. Es curiosa la procedencia del reloj, situado en el edificio adosado de más tardía construcción, ya que fue apresado en el siglo XVIII a un navío inglés por un marino vitoriano que vivió en palacio.





En la calle Siervas de Jesús, al acabar el Cantón de Carnicerías, se encuentra la Torre de Doña Ochanda, otra casa fuerte del siglo XV, que en la actualidad alberga el museo de Ciencias Naturales de Álava. En el cantón con final en una de las partes de la muralla se pueden ver espectaculares murales en las laterales de los edificios colindantes.




En la calle Fray Zacarías Martínez vimos el exterior del palacio Escoriaza-Esquivel, renacentista del siglo XVI, con una preciosa portada plateresca con los bustos de sus propietarios iniciales, que por su riqueza arquitectónica y ornamental, es uno de los mejores ejemplos civiles del Renacimiento español.




Esto es lo más interesante, o al menos lo que recuerdo de unos fantásticos paseos por el casco antiguo, en los que Fernando nos impartió su magisterio y en el que no puedo dejar de comentar dos cosas que me han llamado poderosamente la atención en el casco, y que hablan por sí solos de una ciudad monumental pero tremendamente moderna. No son otros que el sistema de recogida de basuras, que es por absorción desde una central una vez depositados en los contenedores habilitados, y las escaleras metálicas que hay en alguna de sus cuestas, que aunque parece ser que han tenido muchas críticas su integración no ha quedado del todo mal.



A la derecha del todo, junto a las escaleras, los contenedores de basura.



La casa familiar de los Bastida, dónde nos hospedamos, está situada en el barrio de San Martín, no muy alejado del centro, es un barrio cómodo de los años ochenta en el que la amplitud de las calles con bulevares y parques pueden explicar perfectamente el porqué Vitoria, junto con Pamplona, son dos ejemplos de diseño urbano en nuestro país.
En los desplazamientos que hacíamos con cambios de itinerarios continuos, pudimos observar una ciudad moderna, que tuvo su gran despegue urbanísimo en la década de los sesenta. En el año 1950 su población era de 52.000 habitantes y gracias a una política inteligente de suelo industrial, lograron captar mdiante inversiones y subvenciones,  industriales de otras zonas del País Vasco y del resto de España; en la actualidad cuenta con 232.477 habitantes (según censo del 2008).


"El Caminante" en la calle Dato vestido de blusa.


Paseamos o pasamos por una pequeña parte de sus espacios verdes y parques urbanos, entre ellos el Parque de la Florida y el paseo de la Senda; los parques del Prado, de San Martín, Judimendi –antiguo cementerio judío de la ciudad- y Aranbizkarra, y los jardines del Obispo Fernández de Piérola junto a la Catedral nueva, incluso hemos hecho el paseo que une el Parque de la Florida con la Basílica de San Prudencio en Armentia. Es la ciudad con mayor índice de espacios verdes por persona –parece ser que de 23,4 metros cuadrados por habitante- y que sus parques reúnen más de 125.000 árboles.




Vimos por fuera museos como el de la Armería, el de Bellas Artes, el de Arqueología, el Fournier de naipes, el de Ciencias Naturales, en la torre de Doña Ochanda, y el Artium -Museo vasco de arte contemporáneo-, y visitamos el  Diocesano de arte sacro de Álava, ubicado en la girola de la Catedral Nueva desde 1999.
Mención aparte me ha merecido la Catedral de María Inmaculada Madre de la Iglesia, más conocida como la Catedral Nueva, por eso creo que merece un apartado para ella sola.





En fin, preciosos días los pasados en tierras alavesas con la familia Bastida, en la que de su mano hemos podido mamar la historia de la capital alavesa, conocerla en bastante profundidad, disfrutar de sus fiestas y conocer algunos alrededores con excursiones incluidas. Muchas gracias por todas vuestras atenciones.


MAS INFORMACION.
Viajes Dendecagüelu.
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Un paseo hasta Armentia.
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Monte Albertia.


No malgastes tu tiempo, pues de esa materia esta formada la vida. Benjamín Franklin (1706-90) filósofo, físico y político estadounidense.

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