viernes, 3 de junio de 2011

Cueva del Soplao. Sierra de Arnero. Cantabria.

La cueva, también llamada capilla Sixtina del mundo subterráneo, en la sierra de Arnedo, en Cantabria, bien merece por su majestuosidad una visita. Su apertura al público se realizó el 1 de julio de 2005.



La sierra de Arnedo, encuadrada en la sierra del Escudo de Cabuérniga, entre los municipios de Rionansa y Valdáliga, desarrollada en paralelo al mar Cantábrico, a una altitud media de 540 metros, es dónde está ubicada la cueva, dentro del conocido como “territorio Soplao”.  Su acceso hay que realizarlo desde los pueblos de Labarces, Roiz y Celis, muy cerca del límite de Cantabria con el Principado de Asturias.
Cantabria guarda en su subsuelo más de 6.500 cuevas, un impresionante paraíso natural que ha hecho de esta Comunidad, una referencia mundial para los amantes del mundo subterráneo. Además de las más de cincuenta cavidades con arte rupestre encontradas, las entrañas de esta tierra guardan en su interior un importante conjunto de cavidades destacables por su gran valor geológico y espeleológico.
La cueva El Soplao es la mayor referencia en este aspecto, fue descubierta a principios del siglo XX accidentalmente durante las labores de perforación minera y explotación de las minas de la Florida, siendo aprovechada posteriormente para la extracción de minerales. Tras décadas de abandono, fue descubierto su auténtico valor geológico gracias a labor realizada por el Espeleo Club Cantabro Universitario, desde el año 1975.









Esta considerada como una cavidad única e irrepetible, una referencia para la espeología mundial, y ha sido bautizada como la “capilla sixtina” del mundo subterráneo, por su grandiosidad, disposición y conservación. Es uno de los grandes tesoros de la geología mundial, por la calidad y cantidad de sus formaciones geológicas, que alberga en sus 17 kilómetros de longitud total –de los que 6 están abiertos al público-. Su formación data del Mesozoico, concretamente del período Cretácico, hace 240 millones de años.
Atesora un auténtico paraíso de formaciones poco comunes como helictitas (estalactitas excéntricas que desafían la gravedad) y draperies (sábanas o banderas traslúcidas colgadas del techo), pero también está repleta de grandes superficies tapizadas de aragonitos, falsos techos, estalactitas, estalagmitas, coladas, columnas y perlas de las cavernas, que hacen de la misma una cavidad única.
La abundancia y diversidad de formaciones excéntricas que guarda es lo que realmente hace de esta cueva una cavidad única, pues, aunque se encuentran en otras cavidades, ninguna supera la abundancia, belleza y espectacularidad de ésta. Además de su valor geológico, la cueva y su entorno albergan un excepcional patrimonio de arqueología industrial minera de algo más de 30 kilómetros de galerías. La actividad minera también ha dejado su huella en el espacio exterior: castilletes, hornos de calcinación, lavaderos, talleres, etc. Las labores mineras se orientaron a la extracción de blenda y galena, dos de las mejores menas para la obtención de zinc y plomo, respectivamente.







La cueva El Soplao va íntimamente ligada a las labores del grupo minero de La Florida, propiedad de la Real Compañía Asturiana de Minas, S.A. En los primeros momentos la actividad extractiva se realizaba a cielo abierto en el alto de La Florida, siendo entre 1908-1910 cuando se inicia el avance subterráneo a través de la construcción del túnel de La Isidra. En este avance los mineros se encuentran con que en el interior de la sierra existe una cueva.
Este primer contacto de la cavidad probablemente no fue del agrado de la compañía y de los facultativos, dado que la oquedad suponía, obviamente, una ausencia de mineral. Sin embargo, rápidamente supieron dar uso a estas galerías naturales excavadas pacientemente por el agua durante miles de años. De tal forma, las acondicionaron para comunicar distintos frentes de explotación dispersos por la montaña, para transportar personas y mineral o para proporcionar oxígeno a las galerías mineras.
Si bien se modificaron algunas zonas de la cueva, los mineros la respetaron, así como a las formaciones, limitándose al acondicionamiento de espacios de transporte (bien para personas bien para el paso de las vagonetas cargadas con el mineral), para la instalación de algún tipo de maquinaria o a la construcción de estructuras ligadas a su actividad, como los captadores de agua que podemos ver diseminados por distintos puntos de la cavidad.
De tal forma, en un mismo medio subterráneo se aúnan, de forma natural y sin estridencias, la belleza del patrimonio geológico y la sorprendente arqueología industrial minera herencia de nuestros antepasados.









Por otro lado en la cueva El Soplao se desarrolla una importante vertiente investigadora tanto en el interior de la cavidad como en su entorno, a través de un convenio de investigación firmado por la Consejería de cultura, turismo y deporte del Gobierno de Cantabria y el Instituto geológico y minero de España. Fruto de esos trabajos de investigación ha sido el hallazgo, durante el invierno de 2008, de un excepcional yacimiento de ámbar del Cretácico inferior en las proximidades de la cueva y del pueblo de Rábago.
Los científicos confirman que se trata de uno de los yacimientos de edad cretácica más importantes de Europa. Las razones de su especial significado son: la antigüedad -110 millones de años- y las dimensiones del yacimiento, la aparición de ámbar de color azul-púrpura con una luminiscencia sin parangón en el mundo y la inusual abundancia, variedad y calidad de las piezas de ámbar que contienen las bioinclusiones: insectos y otros artrópodos, telas de araña, hojas o pólones., es decir, restos de organismos que quedaron atrapados en la resina y que se conservaron cuando ésta se convirtió en ámbar. Y es que el ámbar es una sustancia que se forma como resultado de la fosilización de la resina de árboles que vivieron hace millones de años.








Desde el 1 de julio de 2005, el Soplao esta abierta al público, gestionada por una entidad mercantil, que obtuvo la concesión administrativa otorgada por el Gobierno de Cantabria. Son dos las posibilidades de realizar la visita, ambas con el mismo punto de entrada, pero con diferentes visitas y tiempos de duración.
La primera opción es la llamada visita turística o de pasarela. Se trata de una visita apta todo tipo de público, adaptada para personas con movilidad reducida, pudiendo realizarse el 90 % del recorrido en silla de ruedas, y tiene una duración aproximada de 1 hora, recorriéndose 1.500 metros. El punto de partida se realiza desde el centro de recepción, dónde se ubica una recreación de un tren minero, que traslada a los visitantes a través de la galería minera de la Isidra, hasta llegar a la cueva.
Comienza con un recorrido a través de una antigua galería que alberga una recreación sobre la actividad minera que se desarrollaba antiguamente en la cueva. Una vez en ella, la visita se realizará a pie a través de las diferentes galerías y salas: las galerías de la Gorda, en la que se realiza una introducción y efectos de luces y sonidos, y de los Fantasmas, dónde está ubicado el lago, donde el reflejo de las formaciones realza la belleza de los techos de la cueva.
En la pasarela existen diversos miradores, desde los que es posible ver la más maravillosa exhibición de formaciones creadas por la naturaleza. Desde el mirador de Lacuerre, se ven los efectos de la actividad minera, luego esta el de los Centinelas y el de la Ópera, que cuenta con una ambientación musical. El coste de esta visita en la actualidad es de 11 €.







La otra opción, para los más intrépidos, es una ruta de turismo-aventura, una fantástica manera de conocer  en profundidad el mundo subterráneo, la cual se desarrolla a pie y dirigida por dos guías cualificados, en el que ser recorren unos 3 kilómetros en un tiempo aproximado de 2 horas y 30 minutos.El trayecto transcurre por el suelo original de la cavidad, por zonas menos accesibles de la cavidad, donde sus características naturales no han sido amoldadas al hombre: ausencia de luz, zonas estrechas, ríos subterráneos –dependiendo de la estación- y todos aquellos elementos típicos de las cuevas.
A diferencia de la anterior, uno no se introduce en el tren, sino a pie, recorriendo la galería de la Isidra, de la que se accede a la parte superior del “Falso suelo”, dónde se puede ver desde una perspectiva lineal al suelo de la cueva; desde allí a la galería de los Italianos y a la del Campamento, a la sala de el Órgano, dónde se encuentran las perlas de las cavernas pisolitas, y la galería de el Bosque. Todas ellas vírgenes y dónde el espectáculo visual es de los que a nadie deja indiferente. Esta visita tiene un coste por persona de 32 €, y la organización dota a los visitantes del equipamiento adecuado: botas, buzo y casco con luz, pudiendo utilizarse igualmente el servicio de duchas, habiendo asimismo un servicio de taquillas para guardar las pertenencias personales.




Foto de familia, del grupo que realizamos la visita




En cuanto a las galerías, la de los Fantasmas, en una sala natural que destaca por la cantidad de gruesas formaciones de estalagmitas blanquecinas y pisolitas emergiendo del suelo que, por su figura, dieron lugar al nombre de la galería. La galería mide 350 metros de longitud y algunas zonas alcanzan los 35 metros de anchura. Su nombre se debe a las grandes estalagmitas blancas que asemejan fantasmas, en las zonas finales de la galería. Tuvo un gran uso a comienzos del siglo XX como lugar de extracción y almacenaje de mineral por los mineros de la mina La Florida.
La galeria Gorda, es una sala con una laguna subterránea natural y una de las mayores en cuanto a su volumen. Es la primera galería en verse al acceder a El Soplao, su nombre le viene por la impresión de pequeñez causada a uno de los espeleólogos que investigaron las cuevas. Dispone de un sistema de iluminación que resalta el colorido de las formaciones de estalactitas del techo, cubierto de helictitas de calcita.
La del Falso Techo, es una pequeña cámara caracterizada las formaciones rocosas en forma de finos hilos que se enroscan por todas partes.
La del Campanario, es de dimensiones moderadas, con anchuras de hasta 10 metros, su nombre se debe a la instalación de un campamento de investigación durante las primeras incursiones. Destacan las coladas, teñidas de rojo y blanco por los minerales de la zona.
La del Bosque, es una galería muy alta que debe su nombre a su semejanza con un bosque natural. Las coladas y la unión de estalactitas y estalagmitas se suceden por doquier, creando grandes y variadas columnas. Al igual que en la Galería de la Coliflor se aprecian huellas de un seísmo.







Al Soplao, he tenido el placer de acudir en dos ocasiones, la primera en el verano del año 2007, atendiendo una invitación realizada por el amigo cantabro Tino Sampedro, en nombre de uno de los empresarios que ostenta la concesión. La segunda el pasado 21 de mayo de 2011, con el mencionado Tino, su esposa Pili y un grupo de amigos, a los que habíamos comentado las bondades de la cavidad. De la primera a la segunda, las instalaciones se completarón y mejorarón sustancialmente, siendo el recorrido de la visita el mismo en las dos ocasiones.
En ambas ocasiones la visita realizada fue la larga, llamada turismo-aventura, y les puedo asegurar que su visita merece con mucho la pena, jamás me hubiese imaginado tanta belleza natural, con un conjunto de excéntricas que sin duda bien merece su fama, nunca había visto las mismas y sus formas tan peculiares y caprichosas, muestran el poder de una naturaleza sublime. El trayecto es fácil de caminar, con unas pequeñas complicaciones en puntos concretos, perfectamente salvables por personas en condiciones normales, y todo él está dotado de medios artificiales de ayuda, que facilitan el llamativo paseo que se realiza. La profesionalidad y el conocimiento de los guías también es digna de reseñar, mostrando en todo momento buena predisposición, trato afable y respuestas amables y completas a las preguntas cursadas.



Con Estela y mis primos José Carlos y Berta.




Lo dicho si pueden, no se pierdan esta visita, que seguro no los defrauda. Si quieren completar una buena visita, mi recomendación es que una vez cursada realicen la comida en la cercana y coqueta localidad de Celucos, en dónde se encuentra el restaurante-hospedaje Casa Andrés (942727553), en cuyas instalaciones se puede degustar un magnífico cocido montañés, además de otras muchas elaboraciones tradicionales de la zona.










“En la naturaleza no hay recompensas o castigos, hay consecuencias”. Vachell Horace Annesley (1961-1955) escritor británico.

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