miércoles, 13 de octubre de 2021

Les Plañideres. Escultura en Luanco.

Obra de Pepe Antonio Márquez, luce a la vera de la iglesia parroquial de Santa María.

El concejo de Gozón situado en centro norte del Principado de Asturias, abarca una superficie de 81,72 kilómetros cuadrados y su censo poblacional en 2020 era de 10.282 habitantes. Vertebrado en trece parroquias, una de ellas es la de Santa María de Luanco, a la que pertenece su capital municipal Luanco.

Su iglesia parroquial es un templo de estilo barroco, cuya construcción se inicio en 1728, con posterior ampliación en el siglo XIX, declarado en 1992 “Bien de interés cultural” con la categoría de Monumento Histórico Artístico y Patrimonio Histórico de España. Destaca por sus siete ricos retablos barrocos entre los que destaca el mayor del siglo XVIII con la venerada imagen del Cristo del Socorro, que según la tradición local libró de la tempestad a unos pescadores luanquinos.

Iglesia que está situada al borde del mar, presidiendo y cerrando el lado este de la playa homónima, que está rodeada por un pequeño parque en su lateral izquierdo. En él luce desde febrero de 2003 la escultura denominada “Les Plañideres”.



Obra del escultor onubense Pepe Antonio Márquez, nacido en Aracena en 1937, realizada en bronce a tamaño natural, está formada por siete mujeres plañinando en diferentes posturas, sobre una base rectangular de piedra. Y que fue costeada por Josefina Reparaz Escandón y Ángel Castilla Polo, que la dono al pueblo de Luanco, tal como figura en la placa situada en uno de los vértices de la base.




Plañir, que deriva del latín “plangere”, es equivalente a llorar, gemir, lamentarse aparatosamente o golpearse en señal de dolor. Función que a lo largo de la historia realizaron mujeres que eran llamadas a entierros y ritos funerarios para realizar tal función en señal de duelo, dejando constancia pública tanto del dolor de los familiares del difunto como de su estatus social, preparando con sus lágrimas y cánticos el paso del difunto al otro mundo. A ellas rinde homenaje la peculiar escultura.




Esta es una de las prácticas funerarias más antiguas, situándose su origen en la cultura egipcia donde estaba prohibido a los deudos llorar en público, realizadas por profesionales cuyo trabajo aparece en documentación iconográfica y documental desde tiempos remotos, en diferentes culturas y países, representadas en pinturas, esculturas o textos literarios.

A pesar de que la iglesia católica prohibió su trabajo en el siglo XVIII, en España esté gozó de gran tradición, sirviendo su servicio para dar notoriedad a los entierros al ser equivalente la pesadumbre mostrada a la tragedia de la pérdida. Estando presente también en pasos de Semana Santa, y más recientemente en los desfiles carnavalescos del entierro de la sardina con la parodia de un cortejo fúnebre. Y que parece ser se ha recuperado en la última década en algunas zonas de España con el visto bueno de las autoridades eclesiásticas. 




 

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Un Principado para descubrir.

  

“A los muertos no les importa cómo son los funerales. Las exequias suntuosas sirven para satisfacer la vanidad de los vivos”. Eurípedes de Salamina (484-406 a.C) poeta trágico griego.

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