jueves, 2 de febrero de 2012

Camino de Santiago Primitivo. Monte do Gozo - Santiago de Compostela, 14º etapa.

Última etapa, que pone fin a los 335.397 kilómetros, realizados en 15 etapas (14+1) del Camino Primitivo (el Auténtico) que desde Oviedo, capital del reino de Asturias y actual del Principado de Asturias, lleva a Santiago de Compostela.


El Monte do Gozo y su capilla de San Marcos, es el punto de partida de la última etapa, por carretera, para pasar al lado de la ciudad de vacaciones realizada debajo del Monte en el año 1993, y que cuenta con el albergue de peregrinos más grande de todo el Camino, capaz de albergar hasta 300 personas al día en un año normal y 800 en un año Xacobeo.








Al final de la carretera, un taller de tallado de piedra, con piezas expuestas es la referencia para bajar por un camino y acceder a un puente, por el que se salva la autovía y las vías del ferrocarril, para progresar de frente por la prolongada rúa de San Lázaro, donde se encuentran el Palacio de Congresos y Exposiciones de Galicia y el albergue de peregrinos de San Lázaro, que es dónde comienza el casco urbano de Santiago de Compostela.










Se sigue por la misma rúa, para pasar al lado de la iglesia parroquial de San Lázaro, templo de estilo modernista construido en 1924 por el arquitecto José López Rego, que consta de una pequeña nave de arcos apuntados, con contrafuertes y sacristía posterior, es de cantería de granito en las fachadas, elementos principales y el contorno de los vanos, el resto es de sillarejo; el campanario con dos campanas remata la fachada principal; encima de su puerta principal, encima del rótulo de la iglesia, una ventana protege una imagen de San Lázaro.









El Camino continua por la parte nueva de la ciudad, pasando por las rúas do Valiño, das Fontiñas y dos Concheiros, dónde vivían los que ofrecían a los romeros la concha que forma parte indispensable de su atuendo, para cruzar la avenida de Lugo y seguir por la rúa de San Pedro. En el inicio de esta se encuentra un crucero y a la derecha la iglesia de San Pedro, que finaliza en el cruce con semáforos de la rúa de Aller Ulloa.










Unos metros antes hay una pequeña alameda con el “cruzeiro do home santo”, gótico, que representa la crucifixión de Cristo. Cuenta la leyenda que en ese lugar murió Juan Tuorum, líder popular condenado a la horca tras una revuelta con el obispado. Cuando iba camino del patíbulo, imploró a una imagen de la Virgen “ven e valme” (ven y ayúdame); murió al instante, librándose de la humillación de la horca.










Unos metros más arriba del crucero, se halla el convento de Santo Domingo parece que fue fundado por el propio santo en su segunda peregrinación a Compostela, allá por el año 1220. La fachada –renacentista de 1561- forma un ángulo recto con la fachada barroca del convento que proyectó Domingo de Andrade. Originalmente gótico, de su edificación primitiva –iglesia de tres naves y tres ábsides- destacan las ventanas ojivales de los ábsides, la bella imagen de la Virgen del Bonaval (siglo XVI), el Cristo del Desenclavo y el retablo de la Virgen del Rosario.
Una de las capillas está habilitada como Panteón de gallegos ilustres, auténtico templo de peregrinación para el galleguismo. En él descansan los restos de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, padre de la Patria Gallega; Rosalía de Castro, la insigne poetisa que hizo resurgir el idioma gallego; Alfredo Brañas, primer líder histórico del regionalismo gallego; el escultor Francisco Asorey y el poeta Ramón Cabanillas.
Otras dependencias del convento han sido reconvertidas en el Museo del Poblo Galego, promovido y dirigido por Antón Fraguas, galleguista histórico. El museo guarda herramientas de labranza, muebles de casas de campo y utensilios de diversos oficios: marineros, alambiqueiros, carpinteros y cesteiros, entre otros.











Al concluir la rúa de San Pedro, se encontraba la porta do Camiño, entrada del casco histórico de Santiago, que tiene a su izquierda una fuente construida por el Ayuntamiento en el año 1834, y que según el Códice Calixtino, era una de las siete puertas que daban acceso al casco medieval. El Códice, es el primer libro de viajes de la historia, es un manuscrito de 225 folios, escrito por el clérigo francés Aymeric Picaud, cuyo original se conserva en la catedral de Santiago.






Miembros del "Grupo Caminamos" que concluimos el 15-01-2012, en la puerta do Camiño,el Camino Primitivo (el Auténtico) desde Oviedo a Santiago.





La entrada en el casco histórico se hace por la rúa das Casas Reais, que sube hasta la praza de Cervantes, y en la que se encuentran dos hermosos edificios subiendo a la izquierda; uno es del siglo XVI y mantiene las características de la época de los Reyes Católicos; el otro es el Palacio de Fondevila, del siglo XVIII. Enfrente de estos edificios, esta la Capilla das Ánimas, con una sobria fachada neoclásica de Ventura Rodríguez. El frontón, de granito, está labrado con las Ánimas del Purgatorio. Las capillas laterales de su interior, contienen escenas a tamaño natural, de la Pasión hechas con terracota; es una obra de Manuel de Prado, que dicen se inspiró observando las expresiones e los orantes tras unas cortinas.










En la praza de Cervantes, antiguamente plaza del Campo, se encuentra el antiguo Ayuntamiento de la ciudad, del siglo XVII, y una de las iglesias más antigua de Compostela, San Benito, fundada en el siglo X y reedificada con estilo neoclásico ocho siglos más tarde.
De la praza de Cervantes se continúa por la rúa da Acibechería, que lleva al peregrino a la praza da Inmaculada, anterior y popularmente conocida como de la Acibechería (Azbachería) por su vinculación al gremio de azabacheros, que tanta fama y gloria ha dado a la artesanía compostelana.
A la praza da Inmaculada o de Quintana, da la tercera fachada de la Catedral, la este, que fue en su tiempo, la principal del templo, por la que entraban los peregrinos y donde se desprendían de sus ropas, al pie de la Cruz dos farrapos (Cruz de los harapos). Su inicial estilo románico trocó en neoclásico por la obra de Ventura Rodríguez y tiene dos puertas. La puerta real, por dónde accedían los reyes de España, de la que coge su nombre y por lo que en su dintel se encuentra el escudo real. Y la puerta santa o del perdón, cerrada con una verja, se abre sólo en los años jubilares, el día 31 de diciembre del año anterior. En el interior de esta puerta, pasado un pequeño patio se encuentra la verdadera puerta santa, por la que se entra al deambulatorio del ábside del templo.










Enfrente de la fachada, al otro extremo de la plaza, se encuentra el monasterio más sobresaliente de Santiago, San Martiño Prinario. Consagrada por Xelmírez en el año 1102, fue el gran centro religioso del que dependían más de treinta monasterios y prioratos, y cuyo culto llegó a rivalizar con el de la propia Catedral.
De la plaza de Quintana, hay que seguir bajo el Arco del Palacio por un pasadizo, para acceder a la Praza do Obradoiro, punto final de llegada del peregrino, en su largo peregrinaje desde Oviedo, la antigua capital del reino asturiano y español, a través del Camino Primitivo -el Auténtico- y recorrer los 318 kilómetros que separan ambas capitales.
La Praza do Obradoiro, monumental como pocas, hermosa y tan variada que ha conseguido algo insólito, como es englobar en perfecta armonía cinco espléndidos monumentos de estilos distintos y dispares, y que está presidida por la Catedral, románica y barroca, celestial sinfonía en piedra.









La siguen el Hostal de los Reyes Católicos, antiguo Hospital Real, hoy el Parador de Turismo más lujoso de España, con detalles góticos, renacentistas y una impresionante fachada plateresca.









El pazo de Raxoi, con fachada neoclásica del siglo XVIII y que en la actualidad es el Ayuntamiento de la ciudad.










El pazo de Xelmírez, obra cumbre del románico civil español y el pazo de San Xerome, con su maravillosa portada románica del siglo XV.









Al peregrino solo le queda entrar en la Catedral, por su parte principal, acceder a su interior a través del Pórtico de la Gloria, abrazar la estatua del Apóstol que preside la Basílica desde el Altar Mayor y visitar el Sepulcro y la tumba de Santiago, ubicada debajo del altar en una urna de plata, junto con las de sus discípulos San Atanasio y San Teodoro.










Y ya tranquilamente pasarse por la oficina de atención al peregrino, dónde mostrando la credencial del peregrino, debidamente sellada le otorgarán la correspondiente Compostelana, con su nombre en latín, y que acredita haber visitado devotamente el sacratísimo Templo de la Catedral.
Lamentablemente en nuestras credenciales sacadas en la Consejería de Cultura del Gobierno del Principado de Asturias, no figura para nada el Camino Primitivo, sino que lo figura es el Camino del Norte. Si desde nuestro propio Principado no reivindicamos el Primitivo, como el Auténtico, y Oviedo como el primer lugar de salida del primer peregrino a Santiago, mal vamos.
Y qué decir de la política seguida para la obtención de la Compostela, ya que solamente se entrega si aparecen justificados con los debidos sellos los últimos 100 kilómetros, distancia que coincide con las localidades de Lugo y Sarriá, sin tener en cuenta los kilómetros realizados previamente. Curiosa esta política, el que quiera la Compostelana, tiene que permanecer y dejar su porqué en Galicia durante al menos tres – cuatro días, que algunos tomen nota.










El paseo por Santiago es obligado, al igual que tomar unos vinos y hacer una buena comida. Si pasean por la Alameda, les llamará la atención una escultura muy colorida de dos señoras, se trata de las Dos Marías, esta es su historia:
Extravagantes hasta la muerte, pero siempre de punta en blanco, que para eso sabían coser. Las dos Marías de Santiago escondían tras un aspecto colorido y un exagerado maquillaje, una historia de pobreza y de persecución política. Sin embargo, cada día alegraban el paseo compostelano, con su salida a las dos en punto. Y así llamaban a las dos hermanas: las Dos en Punto. Coralia y Maruxa Fandiño solían responder con una sonrisa picara con una sonrisa zalamera a los estudiantes que las piropeaban, cuando bajaban de la Algalia a las rúas, mientras mostraban su desdén a las mujeres que se paraban a mirarlas.
Su popularidad fue tal, que sus efigies quedaron inmortalizadas en la Alameda compostelana, a donde acudían a flirtear con los universitarios, incluso a edad avanzada. Ahora los turistas, se hacen fotos con ellas, ajenos al pasado que esconden estas mujeres, cuya ropa puso un poco de color en el oscuro vestuario de su época.
Se puede decir que su vida no fue miel sobre hojuelas, pertenecían a una familia humilde numerosa. Su padre zapatero, tenía un pequeño taller en la Algalia de arriba, y la madre y las hijas contribuían a la economía familiar trabajando como costureras. Los padres parece ser que murieron siendo las chicas muy jóvenes. Tres de los trece hermanos, parece ser que fueron destacados militantes de la CNT. Esta circunstancia acarreó un sinfín de miserias a la familia en la postguerra, con constantes humillaciones y registros domiciliarios, en busca de su hermano Manuel, dirigente anarcosindicalista, a las que Coralia y Maruxa daban cobijo.
En principio habían sido tres hermanas, pero Sarita murió joven, y quedaron ellas dos para el paseo diario de la Algalia a la Alameda compostelana. Siempre juntas, salían vestidas con sus mejores galas y alambicados tocados. Se hacían ellas mismas la ropa, que cosían primorosamente y combinaban con otras que les daban. Componían así, un espectáculo fascinante que deja admirados a propios y extraños.
Durante años, uno de los atractivos para la riada de estudiantes, que cada años llegaban a Compostela con el nuevo curso escolar, cuando en Galicia sólo había la Universidad de Santiago, era encontrarse por las rúas con las dos Marías, que vivían convencidas de ser eternamente jóvenes y vestía haciendo una personalísima interpretación de la moda.
Es difícil saber cuál de las dos murió antes. Según una versión fue Coralia, la que dejo primero este mundo, mientras que para otros fue Maruxa, que era la que llevaba la voz cantante en la pareja. Según estos la muerte de Maruxa sumió en una inmensa tristeza a Coralia, la más ingenua de las dos, que nunca más volvió a salir de casa, y falleció unos meses después, a primeros de los años ochenta.
De figura menuda, las dos Marías fueron cantadas por la voz de poetas, como Bernardino Graña, que les dedico en 1994 un poema: “Oda as siempre mozas Marías, que hay tanto tiempo pasean por Santiago” en el mismo año que se inauguro la escultura a ellas dedicadas en la Alameda, realizada por el escultor César Lombera.








MÁS INFORMACIÓN.
Camino de Santiago. Dendecagüelu.
La Catedral de Santiago de Compostela.







Peregrino anónimo: “El Camino de Santiago, como la vida misma, como Él que nos sostiene, es una experiencia maravillosa. No tiene fin, porque llegas y te das cuenta de que tienes que seguir caminando, hacia Santiago, hacia los demás, hacia el interior de ti mismo, hacia Dios. Y esto sólo se acabará cuando se nos acabe la vida que disfrutamos cada día”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario