Ubicada en la confluencia de las calles Uría y Doctor Casal, es obra de la artista Sara Iglesias Poli.
Oviedo, tercera capital del reino de Asturias, y por tanto en su momento de España, ostenta la capitalidad del Principado de Asturias, estando ubicado en el centro neurálgico del mismo. Vertebrado en 30 parroquias, su extensión es de 186,15 kilómetros cuadrados, se encuentra a una altitud de 227 metros sobre el nivel del mar, resguardado por el monte Naranco al norte, y la sierra del Aramo al sur, y su censo poblacional es de 220.406 habitantes –censo de 2020-.
Ciudad repleta de magia, la vieja
dama del norte de España renueva cada día su encanto. Si algo la define es el
exquisito cuidado de todos sus rincones. Visitarla y recorrerla es una aventura
apasionante, la alta peatonalización de sus calles –tanto del centro como de
barrios- permite al visitante el disfrute de parques, edificios, plazas,
esculturas, fuentes, rincones y sobre todo gentes, y todo ello enmarcado en una
máxima limpieza que le ha valido para ser galardonada en diferentes ocasiones
como la ciudad más limpia de España.
Moderna y vital, pero repleta de historia, sus
doce siglos de historia le permiten atesorar un patrimonio artístico como pocas
ciudades españolas. Sus íconos monumentos del arte prerrománico, declarados
Patrimonio de la Humanidad, se complementan con múltiples edificios civiles y
religiosos, como la Catedral, componiendo un paisaje urbano al que complementan
monumentos conmemorativos y esculturas.
Paisaje que se ha visto incrementado
notablemente en las dos últimas décadas, debido al auge de esculturas que
proliferan por todos sus rincones. Más de ciento cincuenta esculturas y
monumentos, muchas en tamaño natural a píe de calle, la convierten en un museo abierto e
interactivo las veinticuatro horas, símbolos inmortales y representativos de la
ciudad, susceptibles de ser tocadas, abrazadas y fotografiadas.
Posiblemente una de las más queridas por los
carbayones, más respetadas y reconocidas sea la dedicada al popular perro RUFO,
que durante algo más de una década, desde 1988 hasta 1997 que falleció enfermo
en el albergue municipal, campo a sus anchas por Vetusta, siendo considerado
uno más de la ciudad por muchos de sus habitantes, formando parte de su paisaje
desde que apareció en ella cuando era cachorro.
Cruce de mastín y pastor alemán, era un vagabundo que vivía en la calle amparado, protegido, alimentado y recibiendo el cariño constante de sus vecinos. Su vacunación, desparasitado y limpieza corría a cargo del Ayuntamiento. Tanto se le apreciaba que en una ocasión en que fue capturado y llevado a la perrera municipal, se organizo una manifestación para exigir su puesta en libertad.
En busca de su bien, fue dado en varias ocasiones en adopción, y de ellas se libro recuperando su libertad escapándose y volviendo a las centricas calles ovetenses. Y no era raro verle acompañando por otro personaje popular del Oviedo de entonces, el conocido como "Manolín el gitano", llegando a comentarse que en una ocasión en el que este estuvo ingresado unos días en el hospital, Rufo hizo guardía en su exterior hasta que le dieron el alta.
Sociable y amante de las multitudes, su instinto superlativo para acercarse a los tumultos humanos, hizo que apareciese en numerosas fotos históricas de la ciudad, como actos sociales, políticos, manifestaciones o en el viejo campo de fútbol Carlos Tartiere.
Su popularidad llamo también la atención de
artistas asturianos, siendo inmortalizado en la canción “Rufu” por el grupo
Dixebra; en el libro de ilustraciones “Un perro llamado Rufo. La mascota de
Oviedo” publicado en 1986; en el cuento “Cuatro estampas de Oviedo” escrito por
María Pilar Díaz Cañedo en 1988 y finalmente, de momento, en la película
“Buscando a Rufo” grabada en 2020 y dirigida por Rafael García Sánchez, basada
en el cuento realizado por su mujer María Pilar.
Falleció enfermo en el albergue municipal, dónde
vivió sus últimos años gozando de una total libertad controlada, a causa de un
fallo renal el 21 de septiembre de 1997. Siete años más tarde, en 2014, por
iniciativa de la red social “Todo Oviedo” y el Partido Animalista bajo la
coordinación de Manuel Calvo Teijeiro, se recogieron más de 7000 firmas apoyando el
proyecto de realizar una escultura del perro y recaudando con aportaciones voluntarias el importe para sufragar el coste total del proyecto.
Con ellas se pudo realizar la misma, cuyo coste total fue de //6001,60// euros, dividido entre el moldes realizados por Bronces Artisticos, S.L. de Madrid y la fundición realizada en Igless Principado, S.L sita en Granda (Siero).
Y que con el visto bueno para su colocación por parte del Ayuntamiento, una vez recibida la donación y los estudios pertinentes, el sitio elegido para su ubicación fue uno de los más frecuentados por el can, la confluencia de las calles Uría y Doctor Casal.
Obra réplica del popiular animal, realizada en bronce y donada por la escultora riosellana Sara Iglesias Poli, una de sus impulsoras y mayores donantes junto a Manuel Calvo y Teresa Delcano, en la que la autora quiso reflejar la bondad de Rufo, como manifestó el día de su inauguración, el 21 de septiembre de 2015 coincidiendo con el dieciocho aniversario de su muerte.
A sus pies luce la placa de bronce dedicatoria con el texto: “A Rufo, el perro de Oviedo. En homenaje a todos aquellos que dedican sus esfuerzos a ayudar a los animales abandonados. Obra realizada por iniciativa popular. Escultora Sara Iglesias Poli. Septiembre de 2015”.
“Rufo fue
siempre un perro bien cuidado y alimentado. Yo creo que fue feliz, que hizo lo
que quiso y eso no es fácil”. Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo.
Muy bien cintado, si señor. Me gustó mucho leerlo.
ResponderEliminarMuy bonito y bien documentado
ResponderEliminarGracias por tu publicación