viernes, 28 de octubre de 2022

Casa Grande de Xanceda, la supervivencia empresarial basada en la filosofía ecológica.

Es el segundo productor nacional en ecológico, aunando todo el ciclo productivo de su explotación de ganado vacuno con visitas a la granja.

San Salvador de Xanceda es una parroquia perteneciente al concejo de Mesia, en A Coruña, a la que pertenece la Casa Grande de Xanceda. Fundada en el año 1753 por el matrimonio Francisco Pérez y Francisca Ventura, que tras pasar por varias generaciones de la familia fue vendida a José Maroño y los herederos de este al matrimonio Felipe Fernández García-Armesto y María Victoria Fernández.



El corazón de la Galicia rural fue el lugar elegido por los periodistas que habían vivido años por el extranjero para hacer realidad su sueño, y asentar su hogar en el año 1968 en su tierra natal, reconstruyendo el edificio histórico y dando un giro a su vida y ejercer como innovadores ganaderos  en las 30 hectáreas que componían el conjunto adquirido.




Actividad que iniciaron con la adquisición de 30 vacas frisonas traídas en barco directamente desde Canadá, al considerarlas como las de mayor calidad mundial. Únicas llegadas de fuera de la explotación y su germen, ya que todos los animales desde ese momento son descendientes de ellas.




Para el matrimonio la vaca era “un símbolo” y como visionarios crearon una  explotación arraigada al territorio y orientada a la sostenibilidad ambiental, apostando desde el inicio por el pastoreo y evitar todo tipo de químicos y similares.




En el año 2002 se produce el cambio generacional y los nietos que vivían en Madrid, pero pasaban grandes temporadas en la finca, encabezados por Cristina Fernández-Armesto - que deja su trabajo en una multinacional en Madrid- se hacen cargo de la explotación.




Profundizando en su conocimiento y en su cuenta de explotación, y viendo que de seguir en la misma línea el gran sueño de los abuelos era totalmente inviable, le dieron un giro total. Y con la colaboración de Guillermo Martínez, veterinario en la zona y desde entonces socio accionista, decidieron apostar por convertirse en ecológicos aprovechando el trabajo iniciado por sus ancestros desde 1968.




Tras dos años de duro trabajo, de crecimiento en extensión de finca y en el número de animales, de investigación y de superar todos los trámites burocráticos, en 2004 obtienen la declaración de “Granja ecológica”, una de las primeras como tal en territorio nacional.



Certificado que se plasmó en que las vacas salían todos los días del año, excepto en días puntuales, a pastar en un exterior compuesto por 200 hectáreas, el equivalente a una hectárea para dos vacas; la total prohibición de abonos químicos, insecticidas y pesticidas y la ausencia de tratamientos medicados con hormonas y antibióticos.




Un año más tarde, en 2005, conocedores de la calidad extraordinaria de su leche y la sujeción a los precios que marcaba la industria les era insuficiente para rentabilizar la actividad, deciden independizarse, comercializar su propia leche y construir la fabrica de yogures, con el asesoramiento de la Universidad de Santiago. Cerraban de esta manera el círculo productivo.




Independencia paralela a su compromiso como empresa, basado en tres principios: bienestar rural, animal y medio ambiente. Y en la premisa que siempre se puede mejorar lo existente y con el objetivo de crear empleo y riqueza en el medio rural.




Apuesta por el medio rural a través del programa “Cultiva Mazás” en colaboración con colegios y centros del entorno, con el objetivo de fomentar el emprendimiento en el medio rural y evitar el despoblamiento creciente. Bienestar animal con el programa “Perros Malibu”, en el que visitan colegios para fomentar la lucha contra el abandono de perros y su adopción.




Y sostenibilidad medio ambiental con su “Granja 360”, de economía circular, creando casas nido para distintos animales y potenciando espacio autóctonos centenarios de gran riqueza de flora, arbórea y animal, lo que le se ha visto reflejado con la declaración de parte de los terrenos, el denominado “ Fragas e brañas do Alto Gaitero” como el segundo espacio privado protegido en Galicia.



Actividad industrial que desde hace años se complementa con visitas guiadas a las instalaciones y a un conjunto diseñado con un claro guiño a los más pequeños para acercarlos a la vida rural y a los animales, en los que no falta la decoración en fechas de celebraciones especiales. Visitas que dividen en cuatro apartados: el mini establo, los establos, la sala de ordeño y la fábrica de yogures.



El mini establo es el hogar de las futuras vacas, ya que los machos se donan a la Asociación Prodeme, de personas con discapacidad intelectual, con sede en Monforte de Lemos. Recinto dividido en secciones por edades hasta los cuatro meses, en el que conviven varios ejemplares, que pueden disfrutar del interior y del exterior, dónde son alimentados con la leche materna. 




Y en que las visitas disponen de biberones para dárselos, lo que hace las delicias de pequeños y mayores.




Este, el de los pequeños, es un apartado especialmente cuidado, en el que también le muestran otros animales para nada relacionados con la explotación, como son gallinas, conejos o cabras, que engloban en el denominado proyecto “Eco 700”.




Por encima del mini establo se encuentra en el habitáculo en el que maduran el queso “Peregrino”, uno de los tres que se comercializan, junto al “Ecológico Carmiña” y el “Queso cremoso ecológico”. Cuya segunda fase de maduración se hace entre cebada durante un mes, siguiendo el ritual seguido por los peregrinos de conservar quesos y otros alimentos entre este cereal para extraerles la humedad.






En paralelo a los establos se encuentran las dependencias dónde elaboran el pienso con el que complementan el alimento de las vacas, compuesto por hierba seca y maíz en proporciones iguales, obtenidas ambas de la propia explotación, donde cuentan con 40 hectáreas plantadas de este cereal.




La visita a los establos permite visualizar el hogar de los animales, cuya cama de paja se limpia una vez al día y se cambia a los 4-5 días, siendo reutiliza como abono. Instalación  que se limpia automáticamente y el saliente se utiliza como nutrientes para los prados. 




Cifras significativas son que cada vaca come unos 70 kilos y bebe unos 100 litros de agua al día, para producir una media de 20 litros, y que cada vaca tiene una vida media de 11 años, con partos cada 18 meses.




Llamativo es visualizar como la tecnología también está muy presente en le proceso productivo. Cada vaca de una pulsera en una de sus patas que transmite todos sus movimientos y como afecta a su alimentación. 





Y que también está presente a través de pantallas que identifica a cada animal cuando es ordeñado y se transmite toda la información al sistema central.




Dependencia cuyas paredes están cubiertas con paneles muy divulgativos, en los que se transmite todo el proceso al que es sometido el animal antes y durante su ordeño, y que acerca a los visitantes al proceso de extracción de la leche.




La visita concluye en la fábrica de yogures, a la que no se puede acceder por cuestiones de medidas higiénicos sanitarias, pero cuya elaboración se muestra a través de medios audiovisuales.  



Fabricación diferencial, de siete pasos, que ha posicionado a la marca a la cabeza de este tipo de productos a nivel nacional. Y que parte de la llegada de la materia prima de la sala de ordeño que se encuentra a 10 metros, para seguir con la higienización y estabilización, la ultrafiltración que le da su peculiar cremosidad en el que dos litros de leche se convierte en uno concentrado, la pasteurización y homogeneidad y la lacto fermentación. Proceso con el que se obtiene ya el yogur, pasando a su envasado o a su aditamento con otros productos y envasado.



La amena visita guiada transmite curiosidades como la que denominan “Burroterapia”. Nacida de la necesidad surgida en un año especialmente complicado para la empresa, el 2008, en el que a la crisis económica se sumaron los ataques que el ganado sufrió de los lobos. En su afán de protección animal la dirección solicitó consejo a la “Sociedad de protección del lobo ibérico”, atendiendo sus indicaciones de vallar los lindes y de tener mastines con el ganado. A ello sumaron dos burros –Junior y Valentina- en base a la experiencia adquirida por Cristina en Namibia, donde su curiosidad le hizo ver que en los pueblos sitúan a estos animales en su entrada, ya que su fino oído permite alentar de animales peligros. Motivo por el que esos dos ejemplares, más uno joven de nombre Skay, viven en la Casa Grande, ejerciendo de teóricos guardaespaldas de las vacas.




Como también es llamativa la existencia del “Club Xanceda Adiptos” que pone de manifiesto la complicidad del consumidor con la empresa, puesta de manifiesto durante la pasada huelga de transporte de principios del año 2022 donde más de 300 personas pasaron por la finca para adquirir en su Ecotienda los productos, ante la imposibilidad de hacerlos llegar a los comercializadores habituales.




O la apuesta por reivindicar las vacas, el símbolo del abuelo Felipe, con los “Pasos de vaca”, en el que los dibujos de sus pezuñas sustituyen las rayas verticales de los habituales  pasos de cebra. Que ya han instalado los ayuntamientos de Meis, el Ferrol y Santiago de Compostela, que cuentan con uno cada uno.




Visita que se complementa con la degustación de una mínima parte de productos elaborados en la propia explotación o en base a la materia prima de unas vacas que no dudan en calificar como “MUY FELICES”, que es el eslogan de la empresa.



Productos totalmente ecológicos saludables y certificados tan diversos que abarcan desde leches pasteurizadas y UHT a yogures, pasando por yogures Junior, bífidos, kefir sólido y bebible, mantequilla, helados o quesos.   





Muchos avatares han pasado desde que en 1968 Victoria y Felipe hicieran realidad su sueño, matrimonio que sin duda se sentiría orgullosos de poder ver la conversión que sus descendientes han realizado a la granja a la  que tanto cariño y dedicación han dedicado. 



Y es que la Casa Grande de Xanceda es en la actualidad la segunda explotación nacional en cuanto a la producción ecológica, necesitando adquirir materia prima a otras nueve de su entorno cercano para cubrir sus necesidades, que cuenta con 300 animales y una plantilla de 50 trabajadores y que reciben una media de 8000 visitas al año. Todo un ejemplo de explotación sostenible, producción responsable y compromiso social.




 

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“Nosotros alimentamos nuestras vacas, las ordeñamos y transformamos la leche en productos con un alto valor añadido. Controlamos todo el proceso desde el prado hasta la nevera”. Cristina Fernández-Armesto, accionista y directora general de Casa Grande de Xanceda.

 

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