martes, 26 de mayo de 2020

Addis Abeba, capital de Etiopía y de la Unión Africana.

Fundada en 1886, la tercera ciudad más alta del mundo, es capital estatal desde 1888 y de la Organización para la Unidad Africana desde su creación en 1963.

La República Democrática Federal de Etiopía, situado en el denominado “Cuerno de África”, limita al Norte con Eritrea, al Noroeste con Yibuti, al Este con Somalia, al Sur con Kenia y al Oeste con Sudán. Es el décimo país por extensión de los cincuenta y cuatro en el que está dividido el continente, y el segundo más poblado.
Compuesta por ocho Estados y tres Ciudades Autónomas, Addis Abeba  una de las esas Ciudades, capital  de la República, del Estado de Oromiya  y diplomática de la Organización para la  Unión Africana.
Capital desde 1888, es la tercera ciudad más alta del mundo, después de la Paz y Quito, se ubica en el centro del país, situada a 2.300 metros de altitud. Ocupa una extensión de 540 kilómetros cuadrados, y su población supera los seis millones de habitantes, en la que conviven hasta 82 etnias –la mayoría amaras- que hablan más de doscientos idiomas y practican religiones diferentes, de los que el 60 % son cristianos ortodoxos y el 32 % de musulmanes.
Fundada en 1886 por el entonces rey de Showa, y posteriormente emperador Menelik II, a petición de su esposa la emperatriz Taytu, quien encontró más confortable y hermoso el valle con las fuentes termales de Filwoha, que las frías colinas del monte Entoto, dónde tenía su asentamiento.
Su nombre en amárico significa “Flor nueva”, en honor a la “mimosa”, flor nunca vista en Etiopía, que surgía de un manantial de agua caliente. También es conocida como “la ciudad de los bosques” por el extenso verdor de los bosques que la rodean.
Etiopía es el estado independiente más antiguo de África y uno de los más antiguos del mundo, estando solamente bajo los dominios de un imperio colonial –Italia- desde 1936 a 1941, período en que Addis Abeba fue la capital de la África Oriental Italiana.






En las últimas décadas también es conocida como la “Bruselas africana”, al crearse en 1963 y tener en ella su sede desde esa fecha la Organización para la Unidad Africana (OUA); es sede de la Comisión Económica para África de Naciones Unidas; más de 80 países tienen en ellas sus embajadas y en ella tienen su sede centenares de organizaciones humanitarias, comités africanos y nacionales. Lo que le hace ser la única ciudad cosmopolita etíope, dónde residen y conviven ciudadanos de todas las regiones del país, así como de otros países de África, Asia y Europa.





Addis es en realidad una ciudad nueva con vocación de metrópolis, que es capital de uno de los países más antiguos del mundo y de una civilización milenaria, pero también de uno de los diez más pobres según Naciones Unidas.






En ella convergen y conviven diferentes etnias con lenguas diferentes. La miseria se superpone y confunde con las modernidades y avances de capitales estatales. Calles y callejones sin asfaltar y sin alcantarillado desembocan en grandes avenidas asfaltadas llenas de luces de neón. Modernos edificios y rascacielos se construyen pegados a pequeñas chavolas de adobe y techo de chapas de metal, en una ocupación intensiva y desordenada. Barrios modernos de apartamentos que intentan suceder a los incontables barrios de desprotegidos que viven en míseras condiciones, intentando encontrar en la gran urbe lo que el campo no les da. Iglesias y mezquitas de grandes dimensiones, levantadas entre las chabolas. Arte en museos y modernas iglesias y guardiana de los huesos de nuestros primeros antepasados.




Estas podían ser las referencias leídas, oídas y algunas vistas en reportajes y televisiones, cuando aterrizamos en febrero de 2020 con motivo de un viaje humanitario turístico a Etiopía. Tres cuartas partes de un día, una tarde de otro y unas horas de paso, fue el tiempo que pudimos disfrutar de esta FLOR NUEVA, cuya población supera diez veces la de la segunda del país; que mantiene una lucha entre la realidad diaria y la esperanza, entre la miseria y la ilusión, entre la modernidades del siglo XXI y las distorsiones del pasado.






Su moderno aeropuerto internacional de Bole, no sólo es la principal puerta de entrada del país, sino también la base de sus comunicaciones internas que de otra forma convertirían los viajes en interminables.





Su entorno, y lo que percibe el viajero, es bien distinto a lo que luego se percibe en el resto de la ciudad. Es el escaparate de lo que el gobierno quiere que sea la capital y Etiopía a corto plazo.




Una moderna avenida de varios carriles, la Boal Road, separados por una humilde e ilustrativa valla que de noche se ilumina con los colores de la bandera nacional – sentí auténtica envidia sana cuando la visione- es la vía que comunica con el centro de la ciudad.





A su derecha e izquierda se han levantado los más modernos barrios y edificios, asentamiento de embajadas, edificios oficiales, centros comerciales, modernas oficinas y de los adinerados y nuevos ricos del país.




Ya asentados en la ciudad, hemos podido exprimir bien el tiempo y visitar sus consideradas principales referencias culturales, monumentales y sociales, en todos los medios escritos.





La ciudad acoge el mayor número de museos del país: el Etnográfico, el de la Catedral de San Jorge, el de la iglesia de la Virgen María, el de Historia Natural, el de Addis Abeba, la Biblioteca Nacional, el Postal Nacional, o el Arqueológico Nacional, son algunos de su oferta museística.






De todos ellos, el más importante y referente es el MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL DE ETIOPÍA. En él se expone la herencia arqueológica, artística, cultural, etnográfica e histórica del país, a través de variadas colecciones temáticas.
Addis Abeba. Museo Arqueológico Nacional de Etiopía.




Etiopía cuenta con antecedentes de más de tres milenios de vida, pudiendo afirmarse que los homínidos, los abuelos del hombre moderno, dieron aquí sus primeros pasos, y dónde los científicos ubican los orígenes de nuestra especie. Gran parte de los restos que verifican está afirmación se encuentran en el Museo, que guarda los hallazgos arqueológicos más preciados del país.





Su gran joya la copia del esqueleto de Lucy, el homínido que caminaba erguido más antiguo del mundo, hace más de 3.500 millones de años, estando el original en la caja fuerte de la institución. Es la conocida como “abuela de la humanidad”, sólo por ella la visita es obligada.





Tronos y otros objetos utilizados por emperadores; grandes pinturas; restos cerámicos y metálicos de los primeros etíopes; esculturas; vestimentas y útiles de diferentes períodos y procedentes de las diversas regiones en que está vertebrado el país; herramientas de trabajo; instrumentos musicales y otros elementos museísticos, forman parte de las colecciones expuestas en sus tres plantes.





Una vez repuestas las fuerzas, en nuestro primer contacto con la gastronomía etíope, básica, rica, pero poco variada, tocaba realizar el resto de visitas.





La iglesia ortodoxa etíope es independiente desde el año 1959, siendo su máximo exponente el Abune o Patriarca, que reside en Addis Abeba, habitada por un 60 % de cristianos ortodoxos. Dónde hay dos Catedrales: la de la Santísima Trinidad, sede oficial de la Archidiósis Ortodoxa, y dónde son entronizados sus patriarcas y obispos, y la de San Jorge.





Son las otras dos visitas de la trilogía que más recomendada. Y así lo hicimos. Ambas tienen un nexo común en su construcción, el de conmemorar victorias frentes a los italianos, únicos invasores que tuvo el país en su historia. La de la Trinidad lo fue en 1942, conmemorando la liberación de la ocupación italiana que padeció el país entre 1936 y 1941. La de San Jorge, por la victoria en la primera guerra con los italianos, en la batalla de Adwa en 1896.





La CATEDRAL DE SAN JORGE se construyó por orden del entonces emperador y fundador de la ciudad, Menelik II, su diseño es obra del arquitecto italiano Sebastiano Castagna, y fue construida por los prisioneros de guerra italianos capturados en la batalla.
Addis Abeba. Catedral de San Jorge.




Situada en un recinto vallado ajardinado, la catedral se complementa con un museo, sito a la derecha de la entrada principal. De estilo neoclásico, arquitectónicamente responde al modelo octogonal, clásico de las iglesias ortodoxas etíopes.





Es lugar habitual de peregrinación para los rastafaris, y en ella fueron coronados la emperatriz Zewditu en 1917 y el emperador Haile Selassie en 1930. Durante la ocupación italiana, fue incendiada por estos en 1937, siendo restaurada después de la liberación a la vuelta del exilio en 1941 por el emperador Haile Selassie.






La CATEDRAL DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD es junto con la de Santa María de Sión, en Aksum, los centros más importantes para el cristianismo ortodoxo etíope. 
Addis Abeba. Catedral de la Santísima Trinidad, la referencia ortodoxa de Etiopía.





Forma parte de un conjunto que alberga otras edificaciones, como el monasterio de la Santísima Trinidad,  los colegios de primaria, secundaria y teológico, un museo y diferentes panteones con los restos de militares y personalidades que lucharon contra la invasión italiana, de soldados británicos que ayudaron al ejército etíope, de algunos de los que acompañaron al emperador en el exilio, así como de otros ejecutados por el régimen comunista de Derg, al igual que patriarcas de la iglesia ortodoxa.





Sede oficial de la Archidiócesis Ortodoxa de la ciudad, arquitectónicamente en ella conviven diferentes estilos arquitectónicos, con un exterior muy decorado en el que destaca la cúpula de cobre de su torre, así como sus múltiples estatuas y pináculos.





De cruz latina, su interior alberga tres altares, una capilla, diferentes murales; vidrieras con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento; el trono imperial del último emperador Haile Selassie I tallado en madera de ébano y marfil, así como su mausoleo y el de su esposa, la emperatriz Menen Asfaw; diferentes sepulcros y pinturas murales en los techos de los altares, recuerdan con sus escenas diferentes momentos de la liberación conmemorada con la edificación.






La Catedral está situada en la colina del Ghebi, el entorno de las instalaciones imperiales, en la que están situados los Parlamentos, el construido por el emperador Selassie y enfrente el construido por los revolucionarios del Derg; la residencia del primer ministro, oficinas gubernamentales; y la iglesia de Bete Meryam, que acoge el mausoleo del emperador fundador de la ciudad, Menelik II.





Finalmente, para aquellos que quieran conocer el pulso de la vida diaria, la realidad social, el lugar en el que conviven más de ocho mil puestos y comercios y trabajan más de veinte mil personas, estimándose en más del 60 % del dinero que se mueve en el país se efectúa en el mismo, no pueden dejar de ir al MERKATO.
Addis Abeba. Merkato.





En el distrito de Addis Ketama, entre la iglesia ortodoxa de la Sagrada Familia y la mezquita de Anwar, mantiene el nombre que le dieron los italianos que allí lo desplazaron, para asentarse ellos en el espacio del primitivo mercado.





En la actualidad es todo un barrio, habitado en su gran mayoría por musulmanes, y se ha convertido en el centro neurálgico de negocios de Etiopía, y en el mayor mercado al aire libre de África.





Su extensión se calcula en quince kilómetros cuadrados, organizado por gremios, está dividido en centenares de calles y callejuelas, con edificios íntegros dedicados a la actividad comercial. Una gran parte de ella dedicada a las ventas al por mayor, con importante peso específico de los productos agrarios, especialmente el café.





Creo, que una vez visitado, mejor dicho recorrido una pequeña parte del mismo en autobús, con una pequeña parada para un mínimo paseo por el mismo, son varios los calificativos que le pueden definir: decadencia y espectáculo; comercio y miseria o inabarcable y  supervivencia pura y dura, por ejemplo.





Calles asfaltadas en perfecto estado, dan lustre a otras de tierra y sin urbanizar.  Edificios de cuatro y cinco alturas, con rótulos luminosos, aunque algo decadentes, conviven con chabolas levantadas con los más insospechados materiales. Comercios con buenas instalaciones y variada oferta de productos, lo hacen con puestos callejeros con vendedores y mercancías esparcidas por el suelo. Productos agrícolas autóctonos se ofertan junto a otros importados o reciclados. El transporte en furgonetas y coches, se complementa con el de burros y el de personas que llevan sobre sus cabezas productos y artilugios de dimensiones impensables. Aquí todo es posible y todo es susceptible de encontrar, si se sabe busca. Su visita es imprescindible, no se estuvo en Addis sino se fue al Merkato.





El resto de nuestra estancia fue de tránsito, para el intercambio de medio de transporte para ir del norte al gran sur etíope y el último día unas horas antes de nuestro regreso a España.




El caótico desplazamiento en autobús, con un tráfico imposible con artilugios rodantes insospechados primitivos y ultramodernos, por la que es la cuarta ciudad de África por tamaño, nos ha permitido visualizar los laterales de las calles que transitamos, entre ellos algunas de las referencias de la ciudad.




Como el “Arak kilo”, el monumento que conmemora la liberación de Etiopía de las tropas italianas. Su estadio nacional, el mayor del país, y dónde disputa todos sus partidos la selección nacional de fútbol, y cuna de las leyendas etíopes del atletismo. La plaza de la Revolución, o la plaza Meskel, centro de diferentes manifestaciones de todo tipo y lugar de celebración del popular festival del que la plaza toma su nombre.





El último día de nuestra estancia, realmente sólo unas horas, las dedicamos a las últimas compras de recuerdos y del ineludible CAFÉ etíope. Por recomendación de nuestro guía, el encantador y servicial Eshetu, lo primero lo hicimos en el entorno de la calle Churchill, su “gran vía”.  Y lo segundo, por el que pasa por ser el establecimiento cafetero más antiguo y con más solera de la ciudad “Tomoca”, fundado en el año 1953, es una empresa italiana –al menos en sus inicios- cuyo nombre es la abreviación de “Torrefazione Moderna Café”.
El café en Etiopía. Leyenda, rito, ceremonia y hospitalidad.





El pequeño establecimiento sin sillas y sólo con algunas mesas altas, da la impresión de que sigue como en sus inicios, es muy considerado por los ejecutivos etíopes que trabajan en la zona y una de las referencias para compras de los turistas. El objetivo era adquirir varios tipos y formatos de café, pero no fue posible, solamente tienen la variedad arábiga que comercializan en diferentes tamaños: 250, 500 y 1000 gramos, pero sin moler sólo en 1000 gramos. De los nuevas especies descubiertas en las últimas décadas en el país: Limmu, Jinma y del descafeinado por brasileños, nada de nada. Por cierto su precio, al cambio 14 euros kilo no nos pareció nada barato.







MÁS INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. ARTÍCULOS SOBRE ETIOPÍA.


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** Guía en Etiopía: Eshetu Fanta. Email: salvavidas.fanta@gmail.com Teléfono: +251 911603107
** Fotos no firmadas, de compañeros del viaje.




“Dentro de cientos de años, cuando los etíopes se reúnan aquí para celebrar el cuarto milenio, dirán que la víspera del tercer milenio fue el principio del fin de los años oscuros de Etiopía, dirán que fuel el principio de su renacimiento”. Meles Zenawi, primer ministro, el 11 de septiembre de 2007, inicio del tercer milenio juliano, en la inauguración de obras en Addis Abeba.

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