Parroquia y pueblo de Proaza, aldea medieval dormida
en los albores de los tiempos.
Proaza es un concejo ubicado en el centro sur del
Principado de Asturias, cuenta con una extensión de 76,79 kilómetros cuadrados
y un censo poblacional a fecha 2017 de 754 habitantes, estando vertebrado en 8
parroquias: Bandujo, Caranga, Linares, Proacina, Proaza, San Martín, Sograndio
y Traspeña.
La primera de ellas, Bandujo, parroquia y pueblo, fue en el
siglo XVI su primera capital; está situada en el suroeste del concejo, a 660 metros de altitud, distante
11 kilómetros de la capital, su extensión es de 10,78 kilómetros cuadrados y su
censo poblacional en 2017 es de 43 personas.
A ella se accede por la carretera comarcal que parte
de la salida de Proaza a la derecha, en la carretera AS-228, que comunica
Trubia con el puerto de Ventana, desde Proacina, construida en los años ochenta
del siglo pasado. O a través del Camino Medieval, que sale de la actual “Senda
del Oso” en el kilómetro 21 de la mencionada carretera, único medio de
comunicación histórico de la localidad.
Su
historia, al igual que otras tantas localidades asturianas, está marcada por su
situación geográfica, ubicada en un valle rodeado completamente por montañas,
lo que dificultaba hasta escasos años su accesibilidad, provocando tanto su esplendor
medieval como su posterior declive.
Ejemplo excepcional de aldea asturiana
que ha conservado a lo largo del tiempo sus características fundamentales, perseverando
sus componentes básicos, sin graves alteraciones. Que le ha permitido contar
con un conjunto patrimonial de gran importancia, que incluye desde una de las
torres bajomedievales mejor preservadas de Asturias, hasta un variado
repertorio de viviendas y construcciones auxiliares de tipología tradicional de
época moderna y contemporánea, sin que falten ejemplos de arquitectura de esos
períodos.
La localidad se encuentra diseminada en
el valle, estando formada por nueve barrios: Campal, Palaciu, el Real, Entelailesia,
la Campa, la Molina, La Reguera, el Taranu y el Toral.
La Molina es el más bajo
de todos ellos, y de él parte la senda de su Camino medieval.
Arriba
del mismo, a continuación, se encuentra la Reguera, dónde se ubica el antiguo
lavadero.
Las casas
por encima del antiguo molino, que se encuentra pegado al lavadero, forman el
de Toral y la Campa.
Enfrente de la Toral, los del Palaciu y
el Real, los dos más importantes históricamente.
Por encima de estos, el de Entelailesia,
con la iglesia y cementerio como referentes.
Al Taranu se le denomina a la ladera enfrente del de la Entelailesia.
Siendo el Campal, el más alto de todos
ellos, de dónde parte la carretera que comunica con la capital municipal y la
pista que parte hacia los puertos de Bandujo, su zona de pastos.
En la época medieval Proaza estaba en la ruta principal de
comunicación de la zona central asturiana con la meseta, por lo que los valles
del Trubia estaban jalonados desde la Edad Media de castillos y torres
defensivas que dan fe de su importancia estratégica, siendo Bandujo uno de sus
referentes, a lo que unía su cercanía a los polos de poder. La localidad tenía,
dentro del sistema feudal, la categoría de behetría, lo que le permitía elegir
como Señor a aquél que mejor le conviniese, circunstancia de la que gozaban muy
pocos núcleos.
Documentada ya en la Alta Edad Media (siglos VIII-XI)
como Vandugio, en torno a la iglesia de Santa María, bajo la dependencia del
obispo Gladila.
En la Baja Edad Media (siglos XII-XV) tiene su época
de mayor esplendor gracias a la construcción de la torre en el siglo XIV por
los Álvarez de Bandujo, linaje local una de las más importantes del reino de
quienes descendieron los Miranda y los Tuñón, y a su vinculación a la sociedad
feudal.
En el siglo XVIII su crecimiento se acentúa,
manteniendo los herederos del viejo linaje su dominio sobre la tierra y los
inmuebles, a la vez que comienzan a levantarse construcciones de los
habitantes. Perseverándose todo el entorno durante los siglos XIX y XX, lo que
ha permitido que todas las etapas históricas han dejado su huella constructiva,
lo que permite que un recorrido por esta peculiar aldea sea un recorrido
cronológico por la historia asturiana.
Su elemento patrimonial más destacado es la “Torre de
los Tuñón”, una de las torres defensivas bajomedievales mejor preservadas del
Principado. Emplazada estratégicamente en una loma, tiene planta circular,
construida con mampostería y sillarejo en los vanos y cubierta cónica.
Asentada
sobre un zócalo de piedra, cuenta con cuatro plantas y está coronada con el
escudo con los blasones de los Tuñón, Miranda y Bandujo y en el centro una
torre con una lanza inclinada en cada costado.
El solar contiguo lo conforma el conocido como el
Palacio, con torre cuadrada, datado en el siglo XVIII.
Su iglesia de Santa María es la
construcción religiosa de mayor antigüedad del concejo. De estilo románico, que
aparece mencionada en la donación de Fruela II a la Catedral de Oviedo en el
año 912, aunque el edificio actual es posterior a esta fecha, y no parece
conservar nada anterior al siglo XII. Construida en mampostería, cuenta con una
sola nave y ábside plano en el interior y semicircular al exterior cubierto con
bóveda de medio cañón, luciendo en su sencilla portado un arco de medio punto.
Actualmente carece de decoración, aunque hace unos años aún podían verse
algunos fragmentos escultóricos en la misma.
A sus pies, luciendo altivo sobre la
aldea, se encuentra su peculiar cementerio, compuesto por 27 tumbas, que no
tienen dueño. Allí aún perdura una tradición secular, que también existía en
otros pueblos, en el que las lápidas y nichos no existen. Los muertos son enterrados
en la tierra, y cada año, en el día de todos los Santos, se les recuerda
cubriendo las tumbas con trabajadas mantas florales. El número de tumbas no se
incrementa, y cuando una persona fallece ocupa el lugar de aquella que más
tiempo lleve enterrada, una placa ubicada a los pies de una pequeña cruz
recuerda el nombre del difunto durante su período en la tumba, que se cambia al
ser sustituido el difunto.
El, posiblemente, más importante
conjunto histórico y monumental medieval del Principado de Asturias, se
complementa con una asombrosa agrupación de varias viviendas señoriales, con
construcciones etnográficas de alto valor, que abarcan un alto número de
hórreos, paneras y molinos.
Varias circunstancias convierten al
lugar en un pueblo atípico. Su inaccesibilidad, a pesar de estar en el centro
del Principado; su peculiar silueta, dominada por la torre circular y sobre
todo su rico patrimonio, considerado como el mejor conservado de la época
medieval, siendo por ello uno de los cuatro pueblos –junto a Argul (Pesoz),
Lastres (Colunga) y Os Texois (Taramundi)-, que gozan de la máxima categoría de
protección oficial del Principado de Asturias, la de Bien de Interés Cultural,
en su categoría de Conjunto Histórico, reconocimiento realizado en enero de
2010.
Visitar Bandujo es hacerlo a un enclave
de naturaleza privilegiada, anclado en el pasado, que permite un recorrido
diacrónico por la historia de Asturias, que ha sabido conservar vestigios
milenarios compaginándolas con otros tipos de construcciones, adaptándose a
unas duras condiciones de vida, que han impedido a sus vecinos disfrutar de las
comodidades del mundo contemporáneo hasta los años ochenta del siglo pasado, en
los que la carretera, la electricidad y el agua corriente llegó al pueblo.
MÁS
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.
“En
Banduxu canta l´uxu (búho), en Traspieña, la rapiega (zorra) y baxando pa
Caranga, la miseria puñetera”.
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