Emplazada entre la fértil Saïs y
los bosques del Atlas Medio, a orillas de los ríos Fet y Zitu, en la región de
Fez-Bulmán, Fez es la más antigua de las ciudades imperiales marroquíes,
emblema cultural e histórico del país y su capital espiritual y religiosa.
Tercera ciudad más grande del país, después de Casablanca y Rabat, su población
de 1.115.000 habitantes –censo de 2016- está dividida en tres zonas: Fez el
Bali, la ciudad morisca del siglo IX, centro histórico, dentro de las murallas;
Fez el Jedid, la ciudad militar e imperial de los benimerines del siglo XIII,
dónde se encuentra el Palacio Real y el barrio judío y la ville nouvelle
erigida durante el Protectorado francés en el siglo XIX.
La Medina, Fez el Bali, es una
aglomeración urbana organizada fortificada, dentro de unas murallas, que tienen una extensión de más de 15 kilómetros. Fundada
por Idris II en el año 809, ha conservado sus estructuras medievales, estando
considerada como la mayor zona peatonal del mundo, gozando de la declaración de
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1981.
Verdadero museo al aire libre, dónde
la influencia berebere y árabe-andaluza está muy presente, su extensión de más de 350 hectáreas se encuentra habitada por más de
80.000 personas, cuenta con más de 300 barrios, 9.400 callejones, 185
mezquitas, varias madrazas y magníficos palacios entre los 10.572
edificios registrados, mercados y áreas
comerciales dividas por zocos dónde se ubican los artesanos por gremios.
Amurallada, con diferentes puertas de acceso, auténtica
maraña de calles, callejuelas y callejones angostos con recovecos, que
conforman un auténtico laberinto y en la más de las ocasiones un verdadero
rompecabezas para los visitantes, en el que orientarse se convierte en todo un
reto y cuyas reglas urbanísticas son caóticas para los occidentales.
Organizada de forma gremial, identificándose
las diferentes zonas y barrios por su tradición industrial, en ella no está
permitido el acceso a ningún tipo de vehículos, realizándose aún el transporte
utilizando los animales de carga.
Contando sus más de 300 barrios con cinco
elementos básicos que se repiten: una mezquita, una escuela, una fuente, un
horno y un hammam, para que la religión, formación, comida, agua y aseo
estuvieran garantizados.
La entrada oficial a la
considerada ciudad más grande del mundo entre 1170 y 1880, es a través de la
puerta Bab Bou Jeloud con su gran arco esmaltado en su exterior en azul y en su
interior en verde, los colores de Fez y del Islam, construida en 1913 en
estilo hispano-árabe, en cuya perspectiva se recortan los alminares de la madraza Bou
Inania y de la mezquita Sidi Lezzaz.
Importante es también la puerta de la entrada que la comunica con la Mellah -el barrio judio-, en Fez el Jedid, en uno de sus extremos.
La Medina monumental la componen
el conjunto de mezquitas, madrazas, fondouks y palacios diseminados entres sus
callejuelas. Patrimonio mucho del cuál
se encuentra en estado caótico y que se está recuperando gracias a un programa
auspiciado por la Unesco.
De las 185 mezquitas existentes,
las más importantes son las de Karaouiyine, la más grandiosa, la más antigua de
Marruecos y primera Universidad del país, fundada en el año 859 por los
exiliados de Kairouan; la de los Andaluces, del año 860 y la de Moulay Idris,
que alberga la tumba del fundador de Fez y lugar de peregrinaje de muchos
musulmanes.
Entre las Madrazas, universidades
coránicas que constituyen un testimonio vivo de su pasado intelectual y
científico, destacan las de Bou Inania, Attarine, Seffarine y la Cherratine.
Diseñadas por los sultanes merínies, entre los siglos XIV y XVIII, desempeñan
un papel cultural, educativo y político aún a fecha de hoy.
La biblioteca Karaouiyine, datada
en 1613, conserva documentos raros y únicos en el mundo entre los más de 32.000
manuscristos.
De su rico pasado histórico
perviven palacios diseminados por los barrios, muchos de ellos reconvertidos en
hoteles, restaurantes y alguno en museos, siendo el más destacables es el de
Batha, que acoge una importante colección museística de las Artes y Tradiciones
de la ciudad.
De los más de 200 fonduks de la
época medieval, que cumplían funciones de alojamiento y de almacenes para los
mercaderes, algunos de ellos conservan su estructura y decoración original,
habiendo sido mucho de ellos reconvertidos, como el de Nejjarine, que acoge el
museo de la Madera.
Siendo la esencia de Fez-el-Balí
el colorido y los aromas de sus zocos. Su ubicación refleja la jerarquía
dictada por el valor que se atribuye a la mercancía que en ellos se vende,
encontrándose agrupados los artesanos y vendedores por los productos ofertados.
Los de Attarine, Henna, Serrajine, Tillis y Seffarine, son de los más animados.
Mención especial merece el barrio
de los curtidores, su zoco más pintoresco y más llamativo para los
occidentales, dónde aún pervive una actividad medieval que no deja indiferente
a nadie. En el oficio más antiguo de Fez, se siguen utilizando las ancestrales
técnicas de tratamiento de los cueros, dónde se perciben los olores más
nauseabundos y las paletas más coloridas de las pozas dónde se realizan los
tintados.
En Fez-el-Balí, se vive el
Marruecos más auténtico, dónde el visitante percibe un conjunto de sensaciones
difíciles de igualar. En él se retrocede a tiempos pretéritos medievales, dónde
el legado milenario se respira en cada callejón, como el hedor de las
curtidoras o los efluvios aromáticos de los comercios de especias; dónde
comerciantes, artesanos, compradores, viandantes, gatos, burros, gallinas u
ovejas, comparten el reducido espacio en un caótico desorden perfectamente
integrado, inundado todo ello por las periódicas llamadas a la oración. Toda
una filosofía de vida que admite pocas concesiones a la modernidad, reconocido
y posiblemente salvado por la Unesco, que lo convierten en visitada obligada.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar en enlaces.
“Cabe la posibilidad de que cualquiera que padezca claustrofobia
encuentre que la Medina de Fez es una confusa pesadilla de túneles, de
callejones sin salida y de paredes sin ventanas”. Paul Bowles (1910-99)
escritor, viajero y compositor estadounidense.
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