domingo, 1 de abril de 2018

Aragón, embrión de España.

Aragón, encuentro de caminos, ha sido el embrión en la constitución de España.

Ubicada en el noroeste de la península ibérica, la Comunidad Autónoma de Aragón cuenta con una población de 1.308.563 –censo de 2016- y una extensión total de 47.719 kilómetros cuadrados. Territorialmente está vertebrada en tres zonas bien diferenciadas: al norte, la Pirenaica, en el límite con Francia; la depresión central del valle del Ebro, que lo cruza de oeste a este, y el sistema Ibérico, al sur, que cierra el paso hacía la Meseta y el Levante. Administrativamente lo está en tres provincias: Huesca, Teruel y Zaragoza, ostentando está última su capitalidad.
Caracterizada por ser un encuentro de caminos, ha servido de puente entre las costas cántabras y mediterráneas con el centro peninsular, y de Europa con España, ejerciendo el valle del río Ebro como eficiente vía de comunicación.
Geográficamente muy heterogénea, con un conjunto de horizontes extraordinariamente variado, que salvo por la falta de relieves costeros puede ser un buen resumen de España, teniendo como característica común la rudeza y aspereza del paisaje, lo que la define y da unidad es su historia. Considerada una de las Comunidades históricas de la nación española, su composición actual tiene como base el inicial Reino de Aragón, que tuvo vigencia entre los años 1035 y 1707, en el que se integra definitivamente en el Reino de España, y que en la Edad Media llegó a ser el imperio más poderoso del Mediterráneo.
Zaragoza es una de las encrucijadas de los caminos de España, ciudad del agua, capital del mudéjar, centro de espiritualidad y de congresos, enclave dinámico y acogedor, crisol de culturas, urbe bimilenaria acumuladora del poso de cuatro culturas que ha marcado su impronta y que ha sabido adaptarse a los tiempos convirtiéndose en una ciudad dinámica y moderna.






Fundada por el emperador romano Augusto, en la capital habita algo más del cincuenta por ciento de la población aragonesa, lo que la ha convertido en una descomunal cabeza de una Comunidad desertizada.
Floreció tanto en época romana como en la islámica y vivió su mayor esplendor con el Renacimiento. Sus iglesias y palacios renacentistas, como la de Santa Engracia, la Lonja o los palacios de los Luna, Montemuzo, Torrero o Morlanes. La Seo -la catedral de San Salvador-, el palacio de la Lonja o la iglesia del seminario de San Carlos, como ejemplo del arte barroco. Sus torres mudéjares de la Magdalena, San Gil, San Miguel o San Pablo, declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco.
El palacio de la Aljaferia, actual sede de las Cortes Aragonesas, una de las mejores muestras del arte musulmán en España, auténtico palacio oriental compendio de toda la historia de la ciudad. El rico legado del pintor zaragozano Francisco de Goya.

Zaragoza. Palacio de la Alfajería, la joya del arte musulmán.








O el modernismo reflejado en fachadas de edificios privados o civiles como el del Mercado Central o el quiosco de la música, hablan por sí solas de su rico patrimonio.
Siendo su ícono, foco de peregrinación y centro de espiritualidad del país, la Basílica del Pilar, cuya inconfundible fisonomía se alza a orillas del padre Ebro. Patrona de la ciudad y de la Hispanidad, centro de devoción mariana, fervor popular y peregrinaciones, el templo es el de mayores dimensiones del barroco español y una de sus manifestaciones más brillantes.
Borja, Cariñena, Calatayud, Ejea de los Caballeros, La Almunia de Doña Godino o Tarazona, son algunas de las cabezas comarcales y capitales municipales más importantes de una provincia que vive de bajo al cobijo de su capital.
La segunda provincia, tanto en extensión como en población, es Huesca. Cuna del antiguo reino de Aragón;  celosa de su rico patrimonio y pasado, con especial incidencia del arte románico; contraste de paisajes; puerta de entrada del Camino de Santiago y referencia de los deportes de invierno, la pirenaica circunscripción  no deja a nadie indiferente.
Su capital, de mismo nombre, es una urbe de poco más de cincuenta y dos mil habitantes. La vieja ciudad del pretor romano Sertorio convive y se entrevera con una capital moderna y de servicios, nacida en torno al castro romano y que se vertebra en torno al Coso y los Porches.
La Catedral, concluida en el siglo XVI, es un compendio de añadidos a construcciones anteriores, que le dan una impronta artística única. Las iglesias románicas de San Pedro el Viejo, de San Miguel y el santuario de Santa María de Salas; el renacentista edificio de la casa consistorial; el antiguo palacio Real, actual museo arqueológico, constituyen sus elementos patrimoniales artísticos más representativos.
Monzón, Barbastro, Fraga y Jaca, son cuatro de los municipios más importantes de la provincia. Mención especial merece Jaca, capital de la Jacitania, comarca  refractaria a las invasiones cualquiera que fuera su origen, germen de la reconquista aragonesa y solar del primitivo condado de Aragón, cuyo río la vértebra. 






Ciudad con intenso pasado; rico patrimonio artístico, siendo su catedral del siglo XI una de las más viejas de España; estratégica situación al pie del Pirineo, siendo frontera hispano-francesa, dotada con infraestructuras para los deportes de invierno, como las estaciones de esquí de Astún, Candanchú y Canfranc y un presente comercial y turístico de gran vitalidad, la convierten en uno de los íconos no solo de la provincia, sino de toda la Comunidad.








Teruel, muchas veces injustamente discriminada, es la más joven, menos extensa y menos poblada de la trilogía provincial aragonesa. En su capital, nacida en la reconquista aragonesa y desechada por musulmanes, escribieron los mudéjares su historia a través de ladrillos, siendo merecedora por su arte Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Con un entorno medieval prácticamente inalterado a lo largo de los siglos, escenifica la explosión del mudéjar, auténtica filigrana de ladrillo, caracterizado por sus torres construidas entre los siglos XII y XVI, siendo San Martín, San Salvador, San Pedro y la Catedral las mejores y más representativas.







La plaza del Torico con el minúsculo monumento del que toma el nombre, epicentro ciudadano; la leyenda-historia de los amantes de Teruel, datada en el siglo XIII, cuyos sarcófagos se encuentran en la iglesia de San Pedro, y el jamón son los símbolos y el orgullo de los turolenses, que no han dudado en autodenominarse “ciudad del amor”, organizando actos y festejos en torno a una leyenda que para muchos ubicó a Teruel en el mapa. La reivindicación ciudadana de que “Teruel existe” es más que justificada.








Alcañiz y Andorra, son los otros dos municipios más importantes en extensión y población, de los que se vertebra la provincia. No estando exenta de localidades de gran belleza y rico patrimonio, como es el caso del pequeño reino de Taifas,  Albarrracin, merecedor por su encanto de ser nominado como de los pueblos más bonitos de España.






Aragón cuenta con espacios de alto valor ecológico, paisajístico y cultural, acreedores de haber sido declarados Parques Naturales – Ordesa y Monte Perdido-;  Naturales, como el Moncayo, Posets-Maladeta, sierra y cañones de Guara o los valles occidentales; Monumentos Naturales y Paisajes Protegidos, gestionados todos ellos a través de la Red Natural de Aragón, encargada de su normativa, conservación y uso sostenible. Territorio paisajístico y natural privilegiado, cuenta con más de 20.000 kilómetros para la práctica del senderismo, que van desde los glaciares más meridionales de Europa hasta las áridas estepas del Ebro, o desde el Pirineo más alpino hasta las sierras agrestes ibéricas.
La riqueza acuífera de la Comunidad es muy importante y significativa. El río Ebro, el mayor en recorrido de España, es su estandarte y vertebrador, viendo nacer en su territorio al Tajo –el de mayor cauce en la península ibérica- y al Turia. El total del censo de ríos que los serpentea es de veintiún, dando vida a una tierra por momentos extrema,  formando caprichos de la naturaleza dignos de su visión.
Una forma de entender la cultura de un territorio es a  través de los sentidos y productos alimenticios, siendo los productos agroalimentarios aragoneses una magnífica correa de transmisión de su historia. Tanto los productos como la culinaria aragonesa, están marcada por su entorno geográfico, siendo ambos muy diferentes en cada uno de los territorios en los que está vertebrada.
Los derivados de la huerta, las carnes –sobre todo el cerdo y el cordero-, el pan, el aceite y el vino, sirven de base a una rica gastronomía tradicional, enriquecida por el aporte de las iniciativas privadas vanguardistas. Hasta once productos cuentan con protección europea, estando amparados por Denominaciones de Origen Protegidas. Son las del Aceite del bajo Aragón, el Aceite sierra del Moncayo, la Cebolla fuentes del Ebro, Jamón de Teruel, Melocotón de Calanda, Ternasco de Aragón y Espárrago de Navarra; así como las vinícolas de Campo de Borja, Calatayud, Cariñena, Somontano, habiendo bodegas acogidas a la de Cava. A la vez que se gestiona una marca de garantía propia, “C´alial”, que identifica productos merecedores de distinguirse por sus diversas cualidades organolépticas y nutricionales.







OBSERVACIONES.
Artículo confeccionado para su publicación en la revista FETYL (Federación Española de Tintorerías y Lavanderías) número 21, del 1º semestre de 2018










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