Emplazada entre la fértil Saïs y
los bosques del Atlas Medio, a orillas de los ríos Fet y Zitu, en la región de
Fez-Bulmán, Fez es la más antigua de las ciudades imperiales marroquíes,
emblema cultural e histórico del país y su capital espiritual y religiosa.
Tercera ciudad más grande, después de Casablanca y Rabat, su población de
1.115.000 habitantes –censo de 2016- está dividida en tres zonas: Fez el Bali,
la ciudad morisca del siglo IX, centro histórico, dentro de las murallas; Fez
el Jedid, la ciudad militar e imperial de los benimerines del siglo XIII, dónde
se encuentra el Palacio Real y el barrio judío y la ville nouvelle erigida
durante el Protectorado francés en el siglo XIX.
En Fez el Bali, Patrimonio de la
Humanidad desde 1981, se ubica la medina, habitado por más de 80.000 personas,
cuenta con magníficos palacios, 185 mezquitas y varias madrazas, siendo su
característica más peculiar la efervescente vida comercial que tiene con sus múltiples
zocos, donde se conservan oficios tradicionales perdidos hace mucho tiempo.
Fez el Bali, la espectacular Medina de Fez, en Marruecos.
Fez el Bali, la espectacular Medina de Fez, en Marruecos.
La “chouara” o barrio de los
curtidores es uno de los más famosos y emblemáticos. Emplazado cerca del río
Fez desde la Edad Media, para aprovechar su corriente para limpiar todos los
residuos de un proceso productivo que apenas ha sufrido transformaciones a lo
largo de los siglos.
Situadas a distancia de los
barrios residenciales por el desagradable olor que emiten, las curtidoras
contribuyeron de forma importante a la economía de las ciudades en general, y
de Fez en particular, siendo la única ciudad que junto a Tetuán dónde aún
perviven.
El oficio de curtidor, que cuenta con diferentes procesos
especializados, es el gran responsable del prestigio comercial fesí y su
actividad artesanal de mayor peso. Los orígenes del gremio se
remontan a la fundación de la ciudad, favorecido por la disponibilidad de agua
para su proceso y por ser la región rica en ganado, llegando a existir en la
época meriní más de un centenar de tenerías.
En el barrio, ubicado al sur de
la medina, existen cuatro curtidoras datadas en el siglo XIII, una de ellas con
ruedas hidráulicas aún de ese período, aunque en los aledaños del río los más
humildes trabajan las pieles como buenamente pueden.
La conocida como plaza de los
curtidores, es la más visitada, tanto por su tamaño como por el volumen de
tiendas que tiene en su entorno.
Para ver el conjunto en las
curtiembres, vasijas de piedra rellenas de líquidos y tinturas con forma de
panel de abejas, y los trabajos que en ellas se realizan, es necesario acceder
a alguno de los edificios que rodean la plaza, que pertenecen a empresas que
procesan y venden los derivados de las pieles.
Su visión y olor es impactante,
las inhumanas condiciones en las que se realiza el trabajo, se contradicen con
el espectáculo de su visión y el traslado a tiempos pretéritos, superponiéndose
a todo ello el hedor que flota en el ambiente, que la hoja de hierbabuena que
facilitan los comerciantes para mitigar los olores apenas consigue aliviar.
Visitar el conjunto es la mejor
ilustración de cómo en Marruecos, aún hay personas aferradas a prácticas de
tiempos medievales. El método productivo apenas ha cambiado. Los burros siguen
abriéndose camino por las estrechas callejuelas llevando las pieles a las
tenerías; los curtidores se organizan de acuerdo a antiguos principios
gremiales, la propiedad, que suele ser en cooperativa, es hereditaria y los
trabajadores normalmente son hijos de los trabajadores.
Una tenería está compuesta por
diferentes partes, perfectamente organizadas, en el que se realiza el proceso
productivo sobre unas pieles que allí llegan. Pieles de animales, que una vez
sacrificados y despellejados se limpian superficialmente, se les aplica grandes
cantidades de sal gorda y se dejan secar, antes de su envío. Las pieles
utilizadas son de dromedarios, cabras, vacas y ovejas, siendo más apreciadas
las de los dos primeros.
Los pasos que se siguen en las
mismas, son:
1.- Introducción en las curtiembres
–sahrij-, levemente inclinadas para facilitar el desagüe, donde se ablandan las
pieles sumergidas en paquetes atados con cuerdas, mediante fuertes sacudidas.
2.- Arranque de pelos mediante
cuchillas en los talleres ubicados en los bajos colindantes.
3.- Sumergido en tres baños
sucesivos de cal, lo que le permite quitar el pelo y los residuos.
4.- Limpieza en las tinas
llamadas “merkel”, donde se enjuagan con agua limpia, siendo lavadas y
sacudidas durante horas por hombres inmersos en ellas.
5.- Inmersión en los “qasriyya”,
pilones con sumideros, donde permanecen en remojo durante varios días en un
compuesto mezcla de cal, excrementos de paloma y otros animales, cenizas y
orines de vaca, donde se consigue la consistencia deseada, convirtiendo los
cueros crudos en suaves y flexibles.
6.- Paso por agua limpia.
7- Revisión concienzuda, retirando
todo aquel resto de carne o pelo que quede todavía adherido.
8- Sumergido en cubas, con
utilización como pasta de higo y aceites para darles suavidad y curtido, y tintes
naturales utilizando especias, minerales y elementos vegetales, para proporcionarles el color deseado.
9.- Una vez tintadas el último
proceso es el de secado. Realizado en las terrazas y azoteas de los edificios,
fase en el que las pieles adquieren el color deseado, y
10.- Transformación por los
marroquineros en productos acabados dispares, que van desde ropa de vestir,
hasta calzado o complementos. Productos que se pueden adquirir en las tiendas
sitas en los edificios del entorno productivo.
Proceso, que sin duda, no deja
indiferente a nadie, en un traslado a tiempos pretéritos, en el que se pone de
manifiesto que el oficio de curtidor es el reconocido como más duro de
Marruecos, realizándose el trabajo en unas condiciones insalubres de trabajo,
en contacto con desechos y materiales contaminantes, que estarían prohibidos en
el mundo occidental. Lo que no está reñido con que la visita a una tenería sea
una experiencia cultural fascinante y única.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar en enlaces.
Fez. La Mellah, pionero de los barrios judíos en Marruecos.
Fez el Bali, la espectacular Medina de Fez, en Marruecos.
Fez el Bali, la espectacular Medina de Fez, en Marruecos.
“La división del trabajo distingue al hombre de los animales; convierte
al débil ser humano de menor fuerza que casi todas las bestias, en amo del
mundo y creador de las maravillas de la tecnología”. Ludwig Heinrich Edle von
Mises (1881-1973) economista, historiador, filósofo y escritor austríaco.
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