Asociada al jamón, a los amantes;
el “tórico” de la plaza y las majestuosas torres mudéjares, símbolos y el
orgullo de los turolenses.
Teruel, capital
de la provincia de mismo nombre, se encuentra situada en el sur de Aragón, en
la zona centro-oriental de España, en un importante nudo de carreteras entre el
Cantábrico y el Levante. Ubicada a 912 metros de altitud, es la capital de
provincia menos poblada de España, con un censo poblacional en 2016 de 35.668
habitantes.
Erigida en lo alto de un espolón,
en el punto de confluencia de los ríos Guadalviar y Alfambra, que unidos, a
partir de aquí reciben en nombre único de Turia, la capital turolense es la más
joven de las tres cabeceras provinciales aragonesas, ya que su nacimiento como
núcleo de importancia hay que datarlo en el momento preciso de la Reconquista.
Hasta entonces había sido una modesta aldea, poco atractiva por su altitud y su
clima a los inquilinos musulmanes. Sin embargo, sus más directos herederos, los
mudéjares, escribieron en ladrillo la más hermosa página de la historia
turolense, ésa precisamente por la que la ciudad es hoy, con justicia,
Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La leyenda cuenta, que la villa
se levantó en 1171 por el rey de Aragón, Alfonso II, en el lugar dónde fue
avistado un astado con los cuernos ardiendo, hecho acaecido después de una
batalla en la que los cristianos derrotaron a los musulmanes. Rey que la doto
de fueros y privilegios para reforzar y facilitar al repoblación de la zona
meridional del reino, siéndole concedida el título de
ciudad en 1347 por Pedro IV el Ceremonioso.
Entorno medieval prácticamente
inalterado a lo largo de los siglos, que ha permanecido impasible al
desarrollismo reciente de España, cuenta con restos de murallas, sobre las
cuales las torres hacen de atalaya, escalinatas, recoletas plazas, evocadores
barrios de ambientes judíos y moriscos, jalonados de iglesias góticas, y
edificaciones mudéjares y modernistas que sorprenden al viajero.
Las comunidades judías y mudéjares,
alcanzaron considerable importancia dentro de su vida social y económica, desde
que se consolidaran sus aljamas hacia finales del siglo XIII, destacando el
caso de su Judería, barrio que conserva todavía su topónimo, y en el que se han localizado abundantes restos
arqueológicos.
Teruel es la explosión del
mudéjar, nacido de las tierras conquistadas a los musulmanes, cuyos alarifes
–arquitectos- levantaron iglesias para los vencedores, utilizando
magistralmente ladrillos de barro cocidos y piezas de cerámica. Arte que
fusiona elementos musulmanes y cristianos resultando un estilo genuino, reflejo
de la convivencia de culturas.
Lo más característico son sus
torres: San Martín, San Salvador, San Pedro y la de la Catedral de Santa María
de Mediavilla, auténticas filigranas de ladrillo, que dan una aire arabizante a
la ciudad, que gozan de la declaración de Patrimonio de la Humanidad. Construidas
entre los siglos XII y XVI y constan, en general, de varios cuerpos con
aberturas de ventanas en la parte superior y con un arco ojival a nivel
inferior, bajo el cuál a menudo pasa la calle.
Su centro neurálgico, punto de
encuentro e ícono, es la plaza del Tórico,
recoleta plazuela porticada, con algunos interesantes edificios modernistas y
en cuyo centro se levanta la fuente y el monumento al Tórico.
Construida en 1858, está presidida
por una columna con un toro de pequeñas dimensiones en su parte superior, del que provendría el actual topónimo de la ciudad. Tratado
en diminutivo dado su pequeño tamaño y erigido en honor del animal indisolublemente ligado a la ciudad y uno de
sus orgullos y símbolos junto con la estrella, desde que Alfonso II el Casto tomo la ciudad a los moros en 1171, como bien luce en su base.
Al oeste de la plaza, parten las
callejuelas que conducen directamente al principal monumento turolense: la
catedral de Santa María de Mediavilla, conjunto de gran complejidad, fruto de
ocho siglos de existencia, y cuya torre está a fecha noviembre 2017 en rehabilitación. En 1342 alcanzó el rango de Colegiata y en 1587 el
de Catedral, creándose al mismo tiempo la diócesis turolense.
Reformada, al menos, en cinco
ocasiones, el templo erigido en ladrillo y mampostería, consta de tres naves,
divididas en cuatro tramos mediante arcos formeros apuntados, con girola y capillas laterales. Iglesia
parroquial, de fábrica románica con tres naves iniciada en el año 1171; su
torre mudéjar se levanto en 1257; en el
siglo XVI se elevó el cimborrio que
cubre el crucero y a finales del siglo XVII se amplió con la girola que rodea
el ábside.
Su portada meridional en estilo historicista, estructura
neorrománica y decoración neo mudéjar; el retablo mayor renacentista; el
cimborrio octogonal de estilo mudéjar; sus capillas laterales con interesantes
retablos; la reja y sillería del coro y piezas de mobiliario litúrgico, son
algunos de sus elementos más destacables.
Su auténtica joya del templo, su
techumbre mudéjar. Impresionante cubierta de madera que cubre la nave central,
llamada la capilla Sixtina del arte mudéjar por su gran valor arquitectónico y
pictórico.
De tradición almohade, armadura
de par y nudillo con tirantes de vigas dobles, que descansan sobre canes, tiene
32 metros de largo y 7,76 de ancho, policromada con pinturas de estilo gótico
lineal realizadas al temple sobre tabla, datada a finales del siglo XIII, y que
se puede observar de cerca a través de los pasillos laterales del templo, a
escasos metros de la misma.
En la plaza del Venerable Francés
de Aranda, en el lateral derecho de la puerta del Obispo, entrada a la
Catedral, se encuentra el palacio Episcopal. Edificio construido entre los
siglos XVI y XVIII, que alberga el museo de Arte Sacro, que realiza un
recorrido por riquezas de estilos románicos, góticos, medievales, renacentistas
y góticos.
En la plaza de la Catedral, se
encuentra el notable edificio del siglo XIX levantado sobre otro del XV, de
tres plantas de altura, base cuadrada y obra de sillar, que alberga el
consistorio de la ciudad.
De la plaza de la Catedral, a
través de la calle Amantes, se accede a la mudéjar torre de San Martín e
iglesia homónima, construida en 1315. Constituida por dos torres, una
envolviendo a la otra, discurriendo entre ambas las escaleras de acceso al
campanario. Su torre interior está formada por tres estancias superpuestas,
mientras que la exterior está decorada con paños de ladrillo resaltados, lazos
formando estrellas de ocho puntas, frisos de arcos mixtilíneos y arcos
lobulados entrecruzados.
Al suroeste de la Seo turolense,
se encuentra la también mudéjar, la torre e iglesia de San Salvador. Coetánea
de la anterior, de la que la diferencia su bóveda de crucería en el pasaje que
discurre bajo la misma y un mayor desarrollo de paños ornamentales, destacando
en su iglesia el llamado Cristo de las tres manos.
Al este de la plaza del Tórico, en
la antigua judería, en la plaza de los Amantes, se halla la iglesia de San
Pedro, construida entre 1319 y 1392, sobre un primitivo templo románico.
Iglesia-fortaleza, de nave única cubierta con bóveda de crucería, ábside
poligonal y capillas laterales.
En su exterior destaca su ábside
de siete lados y torre-puerta de 25 metros, de mediados del siglo XIII. En su
interior, sorprende la decoración pictórica modernista-historicista de más de
cinco mil metros cuadrados, realizada por Salvador Gisbert en 1896. Destacable es
su retablo renacentista del altar mayor dedicado a San Pedro, realizado en el siglo
XVI por la escuela de Gabriel Joli, en madera de pino tallada. Así como las
capillas de la Inmaculada, Santa Bárbara y Sagrado Corazón.
Está última, barroca del XVIII,
con cúpula sobre pecinas decoradas con esgrafiados de tipo vegetal, acoge desde
el año 2005 el Mausoleo de los Amantes de Teruel, Juan Diego Martínez Marcilla
e Isabel Segura. Monumento funerario compuesto por los sarcófagos y esculturas
yacentes de los Amantes de Teruel, esculpidos en 1956 en alabastro por el
escultor Juan de Ávalos
En la parte norte de la ciudad,
en las proximidades de la muralla medieval, de las que se conservan los
torreones de San Esteban, el Rincón, Bombardera y Lombardera, se encuentran
otros edificios notables, como el castillo de Ambeles, de planta estrellada. Y
el acueducto-viaducto de los Arcos, de 1537, principal acueducto renacentista
español, que traía las aguas a la ciudad desde la peña del Macho, a cuatro
kilómetros de la ciudad.
Además, la ciudad conserva
algunos edificios góticos, que tienen su mejor exponente en la iglesia de San
Francisco, de 1392, con cabecera poligonal, de sillería y nave de cinco tramos.
San Francisco, la Merced, San Miguel y San Andrés, son otras iglesias góticas
destacables.
Fruto del predominio histórico
mudéjar, es la Escalinata, que enlaza la ciudad con la estación del
ferrocarril, realizada en 1921 con recursos mudéjares combinados con elementos
modernistas y decorados con un relieve de una escena de los Amantes de Teruel,
perfecto resumen de la imagen de la ciudad.
Su casco urbano está salpicado con
una importante arquitectura modernista, donde lo decorativo y lo funcional se
funden en perfecta asociación en ese estilo imaginativo y sugerente, provocado
por la existencia de una gran burguesía con gran poder económico y por
artesanos de gran valía, que tuvo en el arquitecto Pau Monguió Segura a su
mayor exponente.
Formas curvas, exuberante
decoración vegetal, y trabajos de forja con caprichosas formas y hermosos
detalles en verjas y barandados, se pueden observan en obras como las casas
Andrés Estebar, Bayo, Bernardo Sanz, del Tórico, Escriche, Ferrán, Madrileña,
Maller, Natalio Ferrán o Viviendas; el antiguo asilo; las escuelas del Arrabal;
la imprenta Perruca; la tabacalera o los edificios religiosos de la ermita del
Carmen y la iglesia de Villaspesa, son buen ejemplo de obras en un arte que
conjuga elementos del Art Nouveau, la Secesión vienesa y el modernismo catalán.
“Teruel ciudad del amor” es uno
de sus eslóganes, es el lugar perfecto para disfrutar de una escapada
romántica, posee un imán especial para las parejas, sobre sus calles se fraguó
una de las mejores historias de amor de nuestro pasado, la de los Amantes de Teruel,
que murieron en el siglo XII en trágicas circunstancias.
En 1996 el
consistorio local instauro la festividad de las “Bodas de Isabel de Segura”,
que se celebran el fin de semana más cercano a la festividad de San Valentín,
en recuerdo a la leyenda de los Amantes. Cuidada recreación histórica que se
complementa con mercados medievales, espectáculos de animación en la calle,
danzas, torneos, conciertos y una multitudinaria invitación al beso bajo un
estruendo de tambores en homenaje a los célebres amantes. Fiesta que ha
merecido en su corta vida, el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico
Nacional.
La provincia de Teruel es de
clara vocación ganadera, lo que se muestra en su gastronomía dónde sus
principales platos son de la carne. El ternasco-cordero lechal- y el cerdo y
sus derivados, con el jamón de Teruel con DOP como plato estrella, son sus dos
principales referencias gastronómicas. Las sollapas, la caldereta de pastor, los
regañaos, las migas, las sopas de ajo y la de Teruel, las magras de jamón con
tomate y los dulces suspiros de amante y la trenza mudéjar, son otros platos típicos
de la ciudad.
Un paseo romántico por la ciudad
del amor, con sus torres y arte mudéjar Patrimonio de la Humanidad y sus
edificios modernistas, combinado con su rica gastronomía, hacen que la visita a
la ciudad turolense se convierta en un recuerdo inolvidable.
MÁS INFORMACIÓN. Pinchar enlaces.
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