Lugar mágico, en la provincia de La Coruña, que el tiempo y las
habladurías mantienen con un halo de misterio.
San Andrés de Teixido es un núcleo rural
de la parroquia de Régoa, perteneciente al municipio de Cedeira, de cuya
capital dista 12 kilómetros, en el norte de la provincia de La Coruña. Situado
a una altitud de 140 metros, su censo población que apenas supera los cincuenta
habitantes.
Conocido también como San Andrés de
lonxe o San Andrés do cabo do mundo, es un marco de incomparable belleza, al que
se le atribuye el ser “la puerta del más
allá de los celtas”, ubicado en el único punto en donde las laderas de las
montañas del entorno son más suaves. Todo a su alrededor es agreste, por un
lado la escarpada sierra de la Capelada y por otra agrestes acantilados
gigantescos de Vixia Herbeira, que gozan de la declaración de LIC –lugar de
importancia comunitaria- que pasan por ser los más altos de la Europa central y
del sur, con una altura máxima de 613 metros sobre el nivel del mar, superados
tan sólo por alguna elevación de los fiordos noruegos.
Lugar mágico, es el segundo lugar de
peregrinación de Galicia detrás de Santiago de Compostela, sumergido en un halo
de misterio por sus leyendas y tradiciones,
que se remontan a la Edad Media, con su pequeña capilla como epicentro,
santuario del apóstol San Andrés.
Lugar en el culto posiblemente viniese
de siglos atrás, con los pueblos prerromanos, que rendían culto a divinidades
locales y que pervivieron durante siglos.
Capilla documentada desde el siglo XII,
primero propiedad de la Orden de Malta, bajo la protección de los condes de
Trava; después de la Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de
Rodas y de Malta, con base en Portomarín y posteriormente de la familia Andrade
de San Sadurniño. Los escudos de la familia y de la Orden de San Juan, se
conservan en su fábrica, junto con la leyenda SAN IVAN, caracteres medievales
de San Juan.
El templo en sí, es de estilo gótico de tipología marinera. Las partes
más antiguas se corresponden a la época de los Andrade, como el ábside
–inicialmente abovedado- y la puerta lateral con su arco conopial isabelino,
que fue principal del templo desde el siglo XV al XVIII.
Los beneficios del auge romero,
motivaron conflictos y largos litigios por los diezmos entre la familia Andrade
y el priorato de Portomarín, viéndose reflejados en sustanciales mejoras. Como
el retablo relicario de estilo barroco italiano, que contiene un fragmento del hueso del santo fechado en 1624; la reedificación del presbiterio en 1665;
la nave y la torre campanario en 1781 y la capilla mayor de 1785. obra de Miguel López de la Peña, según reza en su fábrica.
En la rehabilitación cursada en 1970, se
descubrieron pinturas murales con la representación del martirio de San Andrés.
Las leyendas que explican la fama de
este santuario como lugar de peregrinaje son muchas, dando origen al dicho que
reza: “A San Andrés de Teixido, vais de
morto o que non foi de vivo” – A San Andrés va de muerto, quien no fue de vivo.
La más extendida es la relacionada con
un santo celoso de las peregrinaciones a Santiago de Compostela, que un día
recibió la visita de Dios acompañado de San Pedro, comentándoles la queja,
recibiendo la promesa que a partir de entonces acudirían en procesión todos los
mortales, y quien no lo hiciese en vida, tendría que hacerlo muerto a través de
su espíritu.
Otra la relaciona con un naufragio
violento de la barca de San Andrés, en los cercanos acantilados, que quedó
convertida en peñascos con forma de barca invertida, conocidos como “A barca de
San Andrés”, a raíz de lo cual Dios le compenso prometiéndole que sería
visitado y venerado por todos los mortales.
Difícil es datar las fechas de comienzo
de las peregrinaciones. Se dice que ya existían en la Edad del Hierro, durante
la cultura castreña, estando documentado el primer registro de las mismas en el
año 1391, en el testamento de una vecina de Vivero, en la provincia de Lugo.
Peregrinación que cuenta con todo un
ritual, y quien no lo haga voluntariamente en vida, tendrá que hacerlo por
imposición una vez muerto.
La leyenda indica que las almas que no
fueron en vida se reencarnan en animales ponzoñosos, como lagartos, sabandijas o
culebras, y hacen el camino arrastrándose. O en cambio, el espíritu convencer a
un vivo para que lo haga y le acompañe, en cuyo caso este tendrá que ir a buscarlo
a la tumba e invitar al ánima del finado a hacer el viaje con él.
Para los que quieran hacerlo en vida,
hay unas reglas, que convierte la peregrinación en romería. Se hace en grupo,
con alegría y con música, y deben de llevar consigo una piedra, que deben de
depositar en uno de los muchos amilladoiros –montones de piedras coronados con
una cruz- que hay en el camino, lo que deja constancia de que se ha realizado
el camino.
Una vez en el santuario, hay que entrar
y dejar la ofrenda –sí se ha traído-, limosna o encender velas, así como besar
una pequeña imagen del santo, que dará la bendición.
Aquellos que deseen peticiones, deben de
adquirir los “sanandresiños”, conjunto de siete símbolos equivalentes de otras
tantas peticiones con los que los tengan consigo nunca estarán desamparados.
Están realizados de pan cocido sin levadura, endurecidas al horno y pintados de
vivos colores rojo, amarillo y azul, cuyas figuras son:
1.- La Flor de Pensamiento, que nos acompaña en el amor.
2.- La Mano, pide por el buen hacer en los estudios.
3.- La Sardina, para que nunca falte el alimento.
4.- La Barca, para que los viajes lleguen a buen fin.
5.- La Escalera, para mejorar en el trabajo y en los negocios.
6.- El San Andrés, por la buena salud y la amistad.
7.- La Corona de San Andrés, y
7.- La Paloma, por la paz.
Si la gracia que se va buscando es algo
relacionado con el amor, la ofrenda se debe de completar con la “herba
namoradeira”, claveles marinos abundantes en el entorno.
Después del ritual hay que acudir a la “Fuente
de los tres caños”, que dicen nada debajo del mismo altar mayor de la iglesia,
y cuyo caudal es el mismo en verano que en invierno. Se pide un deseo, se bebe
el agua y se tira una miga de pan, y solo si flota la súplica se atendía.
Finalmente, para el camino de regreso,
es volver con el ramo de San Andrés, compuesto por una vara de avellano con
ramas de tejo atadas al mismo.
Gran belleza natural, entorno
inigualable, difícil accesibilidad, historia, tradiciones y leyendas, han
convertido a un diminuto núcleo rural en el segundo lugar de peregrinaje y todo
un referente turístico en la comunidad de Galicia
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INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA. Pinchar en enlaces.
A
San Andrés vai de morto quen no foi de vivo (va de muerto quien no va de vivo).
Dicho gallego.
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